domingo, 5 de julio de 2015
Las grandes estrellas de Toronto 2015: El dominicano Sánchez; El hombre de la imagen más emotiva de Londres '12 pondrá a prueba su vigencia
BUENOS AIRES -- "Después de 2012, me dedicaré sólo a la enseñanza de los niños dominicanos que practiquen el atletismo", aseguró el dominicano Félix Sánchez en una entrevista en 2009. El hombre ya tenía en su haber una medalla de oro olímpica y dos títulos mundiales. Los 32 años comenzaban a pesar y lo hacían vislumbrar un futuro más tranquilo. El futuro de alguien hecho. Pero ese año que él se había puesto como límite para su carrera profesional llegó.
Las lágrimas que derramó en lo más alto del podio olímpico de Londres fueron la imagen más conmovedora de esos Juegos Olímpicos, sin lugar a dudas. Y fueron también el fruto de ese hecho que cambia todo. El que rompe los planes, deja vetustos todos los papeles. Súper Sänchez lo había hecho otra vez. Ocho años después volvía a deslumbrar al mundo con esos movimientos armónicos y explosivos a la vez con los que supera una valla tras otra en la pista de atletismo.
Pero esta ocasión era diferente. A punto de cumplir los 35 años y en el que había pensado como último torneo, se demostraba a sí mismo que todavía le podía ganar a la nueva y pujante camada. Incrédulo, mientras se acercaba a la meta se percataba de que esa mente prodigiosa, llena de voluntad y confianza, que lo había llevado casi una década atrás a la cima del mundo, seguía ahí. Latiendo.
Él, que le había dado a la República Dominicana el primer oro olímpico de su historia, conseguía uno más para el flaco palmarés de ese, su país por elección.
Porque el 30 de agosto de 1977, Sánchez no nació en Santo Domingo. Su primer grito en la vida lo dio en Nueva York, pese a que sus dos padres son originarios de República Dominicana. Sus años mozos los pasó en el gran país del norte, pero sin nunca perder contacto con la pequeña isla centroamericana que siempre había sentido como su verdadera casa.
Y cuando llegó el momento de elegir a quién representar, ese aspecto sentimental que lo llevaría al llanto en Londres 2012, lo hizo inclinar por el país natal de papá y mamá.
Sánchez pertenece al panteón de los mejores de la historia en los 400 metros con vallas. Su primer gran éxito fue el título logrado en el mundial de atletismo de Edmontón 2001, cuando su nombre todavía no generaba gran atención.
Allí comenzó el idilio con el público dominicano, que terminó de florecer en los Juegos Panamericanos que el país realizó en 2003. Sánchez se encargó otra vez de escribir la primera página de las victorias de su nación en un evento. Porque le dio el primer oro continental al país antillano, nada menos que de local.
El amor ya era incondicional.
Días después de ese logro, emprendió viaje hacia el mundial de atletismo de Francia. Y repitió el éxito. Súper Sánchez era el mejor del planeta.
Los años posteriores lo encontraron sumido en lesiones y sin grandes resultados en los períodos de buena salud.
Eso fue lo que hizo aun más grande su reaparición en lo más alto de un podio olímpico en Londres 2012.
A los Juegos Panamericanos Toronto 2015 llega a punto de cumplir los 38 años. Casi sin conquistas recientes. Es un hombre hecho.
Como aquel que pensaba retirarse en 2012.
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