martes, 9 de marzo de 2021

Machado y Yonder con un lazo irrompible

 

Machado y Yonder con un lazo irrompible

Las instrucciones eran bastante simples, y el delgado muchacho de 16 años de Hialeah, Florida, se las aprendió de memoria.
Trece años después, Manny Machado las recuerda letra por letra.
“Era: ‘Espérame aquí a las ocho de la mañana en la Universidad de Miami’”, dice Machado. “‘Trae un galón de agua y bananas’”.
Y – por primera vez en su vida – a Machado le dieron una paliza.
Machado corrió. Hizo sentadillas. (Nunca había hecho una sentadilla de la forma correcta hasta ese día). Hizo varias series de levantamiento de pesas. Tómo rodados. Bateó. Y luego volvió a correr.
Cuando terminó aquello, Machado estaba físicamente y mentalmente agotado, como nunca lo había estado en su vida. Una pequeña parte de él se preguntó si esto era lo que realmente quería.
En el fondo, Machado ya sabía la respuesta. Claro que esto era lo que quería. Siempre había soñado con ser jugador de Grandes Ligas. Si esto era lo que hacía falta, iba a encontrarse con su nuevo compañero de entrenamientos en el gimnasio a las 8 a.m. del día siguiente para el segundo round.
Resulta que aquel compañero era un primera base cubano y cotizado prospecto de los Rojos llamado Yonder Alonso, quien había sido tomado en el puesto siete del draft del 2008. Machado le había pedido a Alonso un año antes que le permitiese practicar con él.
Pero Alonso era una estrella en Miami y no quería poner en juego la elegibilidad de Machado para la universidad. Alonso sabía que no iba a pasar mucho tiempo antes de que se convirtiese en profesional, así que le dio un mensaje a Machado:
“Si realmente quieres ser un grande y quieres llegar a las Grandes Ligas, llámame dentro de un año”, le dijo Alonso. “De esa forma no estoy rompiendo ninguna regla, y tú tampoco”.
“En efecto, Manny esperó un año y me llamó, y me dijo, ‘Hey, pasó un año. Estoy listo para entrenar contigo’”, siguió Alonso. “Yo le dije, ‘Ok, está en el cuarto de pesas a las 8 de la mañana. Vamos a trabajar’. Ahí estaba, 8 de la mañana, y hemos estado entrenando juntos desde entonces’”.
Hermanos de béisbol
Para aquel entonces, Machado se dio cuenta de que se había conseguido un mentor y compañero de entrenamiento increíblemente valioso. Era un adolescente que estaba empezando a tomar vuelo en el mundo de los prospectos. Alonso podía enseñarle cómo funcionaban las cosas.
Lo que Machado no sabía en ese momento era el impacto que su relación con Alonso iba a tener fuera del mundo del béisbol. Se convirtieron en hermanos, metafóricamente. Luego se convirtieron en cuñados, literalmente.
Alonso llegó a las Grandes Ligas en el 2010, el mismo año en el que Machado fue tomado en el tercer puesto general del draft por los Orioles. Para el 2012, Alonso había sido cambiado a los Padres, y Machado llegaría a las Grandes Ligas al ser subido en agosto por Baltimore en medio de la lucha por la postemporada.
Machado y Alonso todavía pasaban los inviernos juntos. Agotadoras rutinas de práctica en la mañana. Tiempo con las dos familias en las tardes y en las noches. Jugaban video juegos, baloncesto, veían series de Netflix.
Fue por ese tiempo que Machado conoció a la hermana de Alonso, Yainee, y de golpe Manny ya no estaba yendo a la casa para pasar tiempo con Yonder. Machado y Yainee comenzaron a salir en el 2011, se enamoraron, se comprometieron en el 2013 y se casaron en diciembre del 2014.
Yo estoy orgullo de llamarlo mi hermano”, dijo Machado de Yonder.
Alonso se estableció en las Mayores como un sólido primera base, aunque tuvo que lidiar con las lesiones y nunca pudo alcanzar su verdadero potencial en San Diego. Antes de la campaña del 2016, fue enviado a Oakland por el zurdo Drew Pomeranz. Un año después, Alonso fue llamado para disputar el Juego de Estrellas del 2017, que casualmente se celebraría en Miami.
Mientras tanto, Machado se había convertido en una superestrella. Fue cuatro veces al Juego de Estrellas y se ganó dos Guantes de Oro en Baltimore. Cuando se declaró agente libre tras la temporada del 2018, con apenas 26 años, era un jugador élite que estaba entrando en los mejores años de su carrera.
El hogar lejos del hogar
Los Padres no fueron el primer equipo interesado en Machado. De hecho, no se metieron en la lucha por sus servicios hasta finales de diciembre del 2019, luego de que el gerente general A.J. Preller se empezó a frustrar con la falta de opciones para la tercera base que había en el mercado.
Preller convenció a los propietarios del club que Machado valía lo que estaba pidiendo, y los Padres empezaron a moverse. Pero el interés de Preller era sólo parte de la ecuación. Habiendo pasado toda su carrera en el Este de la Liga Americana, salvo un par de meses a finales del 2018 en Los Ángeles. Machado no sabía que esperar de San Diego.
Por suerte, conocía a alguien que sí sabía. Alonso pasó cuatro temporadas allí y siempre se mostró contento. Yainee lo visitó frecuentemente, y también le encantaba.
“Yo sabía que el lo iba a disfrutar mucho, y que de verdad iba a entender la suerte que tenía de jugar en San Diego”, contó Alonso.
Había un solo problema: Alonso había firmado con los Medias Blancas aquella temporada muerta. Y en Chicago también querían desesperadamente a Machado. Alonso ha podido venderle a Machado la idea de un gran futuro en Chicago, y la oportunidad de jugar juntos en el mismo equipo por primera vez.
Pero estamos hablando de familia. El hombre al que Alonso consideraba un hermano tenía una decisión extremadamente importante que tomar. No había espacio para cuentos. Alonso se lo dijo bien claro.
“Mira, yo pienso que fue una conversación bien fácil”, dijo Alonso. “Manny me dijo. ‘Hey, San Diego llamó, están interesados en mí. Me voy a reunir pronto con A.J.’ Y le dije, ‘Si vas a San Diego probablemente no vas a querer regresar a Miami’”.
Alonso estaba bromeando, por supuesto. Miami está en la sangre de Machado. Pero Alonso sabía que San Diego se podía convertir legítimamente en un segundo hogar para su hermana y su cuñado, así como había sido ya para él.
“Siempre hemos sido bienvenidos allí”, confesó Alonso. “Yo siento que es bien fácil llevarse bien con esa ciudad. La gente es increíble, la cultura es increíble. Y la cultura latina también es increíble”.
Machado ya estaba convencido de la ciudad, del mercado como ciudad beisbolera y de la fanaticada. Y según recuerda Alonso, sólo necesitaba escuchar cuál era la visión de Preller para el futuro de los Padres.
“Al final fue Manny quien tomó la decisión y yo definitivamente creo que tomó la decisión correcta”, resumió Alonso. “Quieres estar en una cultura ganadora, una actitud ganadora, una fundación ganadora. No sólo para ahora mismo sino a futuro. Él pensó que definitivamente iba a conseguir eso en San Diego, y ya sabes, eso es lo que estamos viendo”.
‘Coach de bateo’
Finalmente, el 2020 trajo la oportunidad para que Machado y Alonso fueran compañeros de equipo. Pero el reencuentro se realizó bajo circunstancias muy diferentes a las que llegaron imaginarse.
Alonso estaba con Atlanta cuando cayó la pandemia del COVID-19. Cuando se reanudó la campaña, el receptor decidió no presentarse a la sede alterna del equipo, y los Bravos comenzaron a buscar otro equipo para cambiarlo. Alonso tampoco tenía mayores oportunidades en los Padres. Debía comenzar en la sede alterna del club y, aparte de una lesión, era casi seguro que no subiría al equipo grande.
Alonso sabía que su carrera estaba cerca de llegar a su fin, y comenzó a pensar en su último capítulo. Quería que se desenvolviera en San Diego.
“Siempre me trataron bien”, señaló Alonso. “Ese fue el lugar que me vio crecer -- a un hombre, a una persona, a un papá. Regresar allá fue como la cereza sobre el pastel. También sabía que mi tiempo estaba por terminar -- en algún momento el final llega para todos”.
Los Padres enviaron dinero en efectivo a los Bravos para adquirir a Alonso el 11 de agosto. Unos días después, pasó las pruebas COVID-19 de ingreso y recibió la bienvenida de sus compañeros de piso -- Yainee y Manny.
“Fue maravilloso”, dijo Machado. “Obviamente me hubiera gustado que hubiera subido al equipo grande con nosotros. Pero veía los partidos por televisión o en el estadio. Luego, pude platicar con él después de los juegos en vez de simplemente una llamada -- hablamos de estrategia, sobre los lanzadores -- fue una excelente experiencia”.
Para ser claros: Los Padres no sólo agregaron a Alonso porque era deseo de Machado. Preller llegó a conocer bien a Alonso de la primera estadía del toletero en los Frailes. Cuando Preller visitó a Machado durante la temporada muerta 2019-20, Alonso estuvo presente, y platicaron por horas sobre una mesa llena de alitas de pollo.
Los Padres pensaron que Alonso sería una mina de oro de información para los prospectos en la sede alterna. Es bilingüe y con un gran conocimiento sobre los lanzadores y bateadores. San Diego cuenta con uno de los más impresionantes sistemas de liga menor en el béisbol, y Alonso estaba presente para agregarle valor.
Eso no tardó en suceder. El primer turno de Alonso en la sede alterna fue contra el zurdo y compatriota Adrián Morejón. Alonso notó algo en la mecánica de Morejón que revelaba uno de sus pitcheos rompientes. El equipo rápidamente lo corrigió.
“Este muchacho ha estado en las Mayores, lo ha hecho por 10 años”, señaló el director de evaluación internacional, Chris Kemp, quien ayudó a dirigir las actividades en la sede alterna. “Nunca he estado junto a un jugador/coach antes…Pero aportó bastante a nuestros jóvenes y nuestro plantel. Fue una buena experiencia el contar con Yonder en la sede alterna”.
La realidad del calendario del 2020 fue que Machado y Alonso no pasarían tanto tiempo juntos. Los partidos de la sede alterna se realizaban por las mañanas o por la tarde. Cuando Alonso estaba de regreso a casa, Machado iba de salida.
Cuando podían compartir tiempo, las limitaciones de la pandemia eran un obstáculo en sus opciones. La mayoría del tiempo entre sus actividades estaban los video juegos -- Call of Duty Warzone, específicamente. También pasaron tiempo jugando con los dos perros de Machado. Y por supuesto, hablaron de béisbol.
“La mayoría del tiempo, me sentí como su coach de bateo, su coach mental, su coach de diversión -- de todo un poco”.
Machado dijo lo siguiente: “Muchas cosas fueron muy extrañas el año pasado, y tuvimos la gran fortuna de tenerlo con toda la familia”.
Con su nuevo compañero de piso y coach de bateo, Machado estaba rumbo a una de las mejores temporadas de su carrera para terminar de tercero en las votaciones para el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional.
Se completa el ciclo
Los Padres clasificaron a la postemporada y vencieron a los Cardenales en tres partidos de una emocionante Serie del Comodín el pasado octubre, antes de caer ante los Dodgers en la Serie Divisional. Alonso sabía lo que estaba a la vista.
Después de 10 campañas con varios logros en las Mayores -- pegó 100 jonrones, tuvo una línea ofensiva de .259/.332/.404, fue convocado al Juego de Estrellas del 2017 y participó en la postemporada en el 2018 -- era hora para que Alonso le diera fin a su carrera.
“Sentimientos mixtos, pero también felicidad”, reconoció Alonso, e inmediatamente comenzó a reflexionar sobre los eventos que lo llevaron a estas alturas. La familia Alonso -- Yonder, Yainee y sus padres -- desertaron de Cuba en una avioneta cuando Yonder tenía 8 años. Su padre consiguió un empleo en una bodega y alquilaron una de casa de una habitación para los cuatro.
No era mucho, pero era suficiente para presentarle a Alonso un camino hacia sus sueños.
“Tuve la fortuna de jugar por tanto tiempo”, declaró Alonso. “Estamos hablando de alguien que llegó a este país muy joven. Mis padres literalmente sacrificaban mucho, todos los días. Nunca llegué a pensar que iba a jugar en la universidad de mis sueños -- la Universidad de Miami -- nunca llegué a pensar que me iban a elegir en la primera ronda del Draft, nunca llegué a pensar que jugaría con San Diego, que, para mí, es la mejor ciudad en las Grandes Ligas”.
El hecho de que Alonso logró retirarse como miembro de los Padres es un punto de orgullo para él y para su cuñado.
“Es fantástico recordar esta hermosa carrera que tuvo en el béisbol”, dijo Machado. “Llegó de Cuba para ser alguien, y consiguió su meta”.
Alonso está ansioso por ser simplemente un aficionado durante su retiro. Reconoció que seguirá cada partido de los Padres, y en las próximas semanas estará en el MLB Network, haciendo lo que ama -- simplemente hablando de béisbol.
Sin embargo, ahora mismo Alonso está enfocado en su trabajo como voluntario en el Boys and Girls Club de Miami. Fijará todos sus planes para el retiro después, pero probablemente incluirán golf y muchos paseos en bicicleta.
En la pasada temporada muerta -- bueno, al menos para Machado -- los cuñados regresaron a un lugar con tanta historia, la sede de entrenamientos en la Universidad de Miami, para otro invierno de trabajo. Esta vez, Alonso fue el lanzador en las prácticas de bateo de Machado. Los entrenamientos fueron igual de intensos a los de hace 13 años, pero ahora Machado ya está acostumbrado.
Los rumbos de Alonso y Machado representan un ciclo completo de béisbol en San Diego. Alonso es de una era que muchos aficionados quieren dejar en el olvido, cuando los Frailes se vestían de azul y con frecuencia terminaban de cuartos en el Oeste de la Nacional. Machado representa un nuevo comienzo, una era en que podría haber éxito sin precedentes -- y posiblemente el primer título que siempre los ha esquivado.
Es de entenderse que los aficionados de los Padres prefieren enfocarse en la última fase. Pero vale la pena reconocer la carrera de Alonso en San Diego -- por su tiempo sobre el terreno en el pasado, por su impacto sobre una de las estrellas más brillantes del equipo en el presente.
Ahora que los Padres aburridos dan paso a los nuevos y llamativos Padres -- ahora que Yonder le deja el escenario a su cuñado Manny -- vale la pena recordar como todo está enlazado. La era Yonder Alonso y la era Manny Machado. Yonder Alonso y Manny Machado.
Sin una, la otra probablemente no sería tan especial.

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