Para entonces, las diversas instalaciones existentes allí fueron saqueadas de manera despiadada por antisociales que hicieron de esta instalación su habitad habitual. Fueron robadas desde redes eléctricas, hasta lámparas, instalaciones sanitarias, tuberías y otras.
A ello se unía el riesgo latente de ser atracados que corrían los deportistas santiaguenses y de la Región del Cibao que iban a ejercitarse, quienes vivían en un estado de nerviosismo. Relativamente La Barranquita se convirtió en especie de “tierra de nadie”. Perdón, sí de los delincuentes, no de sus verdaderos dueños que son quienes practican y hacen deporte.
La situación, sin embargo, comenzó a mejorar cuando las actuales autoridades deportivas, encabezada por el Ministro de Deportes, Jaime David Fernández Mirabal, inició un proceso de mayor atención a esta gran obra, construida para la celebración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe “Santiago 86”.
Bautizada, con razón, como “elefante blanco”, por el alto grado de abandono en que se encontraba y el poco uso que se le daba, La Barranquita comenzó a ser limpiada y en algunas de sus áreas remodelada y hoy día su imagen es muy distinta a la que presentaba hace unos años.
No obstante, los delincuentes continuaban haciendo de las suyas, prácticamente sin ningún control.
Cabe señalar al respecto, que el último acontecimiento delictivo que se produjo allí, ocurrió hace unos meses en la reconstruida pista de atletismo, cuando varios atletas y deportistas fueron asaltados por desconocidos que, pistola en manos, le despojaron de sus pertenencias – a propósito, nuestro amigo, el profesor Romeo Gómez, fue una de las víctimas en aquella ocasión-.
Es a raíz de este lamentable hecho, cuando se comienza a establecer una real vigilancia en La Barranquita.
Ciertamente, conforme hemos investigado y comprobado, diariamente desde tempranas horas de la mañana hasta caer la tarde –entre 6:00 y 6:30 p.m-, en este gigante complejo hay una custodia permanente integrada por oficiales del Ejército Nacional que vigilan celosamente las instalaciones existentes y a los muchos deportistas que hacen vida en el entorno.
Desde entonces, afortunadamente no se ha escuchado de otros delitos escenificados por los maleantes.
Las cosas han mejorado notablemente en ese sentido, algo que nos alegra sobremanera y que, igualmente, debe llenar de satisfacción a todo el colectivo deportivo de Santiago y la Región. Es un logro que debe agradecérsele al Ministro Fernández Mirabal, quien se entiende gestionó la orden para que ello se materializara con lo que, a su vez, satisfizo un clamor de diversos sectores locales –incluída la prensa deportiva- y una necesidad. Ojalá y la medida se mantenga de manera permanente. ¡Vale la pena!
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