Uno de los bateadores derechos más temidos de esta generación ha llegado al último mes de la temporada baja actual sin contrato.
El argumento a favor del dominicano Manny Ramírez destaca los números que ha registrado a lo largo de su carrera. Pero del lado contrario hay varios factores que lo desfavorecen, como su edad, su enigmático historial personal y su cronología profesional, la cual no necesariamente augura cosas buenas.
La última vez que vistió un uniforme de Grandes Ligas, Ramirez fue parte del problema, no de la solución, para los Medias Blancas. El conjunto lo adquirió para que los ayudara en la batalla con Minnesota por el título de la División Central de la Liga Americana, pero el quisqueyano no estuvo a la altura del reto.
Es cierto que Ramírez tuvo promedio de embasarse de .420 en 24 juegos con Chicago, pero no aportó poder. En 69 turnos al bate, conectó solamente dos extrabases--un jonrón y un doble--y tuvo sólo dos impulsadas. Su decepcionante desempeño no fue el único problema de los Medias Blancas, pero Ramírez no fue de mucha ayuda. Los Mellizos ganaron la división por un margen de seis juegos y, posteriormente, Chicago firmó a un nuevo bateador designado, el agente libre Adam Dunn, por cuatro años y US$56 millones.
El capítulo con los Medias Blancas vino después de otra despedida difícil para Ramírez, esta vez de los Dodgers. Su tiempo en Los Angeles no fue atípico para él. Llegó para la segunda mitad de la campaña del 2008 y ayudó al conjunto a llegar a la Serie de Campeonato del a Liga Nacional. Su producción ofensiva fue sensacional y fue un ejemplo a seguir para los jugadores jóvenes del equipo.
Pero en el 2010, Ramírez tuvo que lidiar con varias lesiones y cuando pudo jugar lució como un jardinero desinteresado. A los Dodgers no les dolió su partida.
Entre estas dos fases, el quisqueyano fue suspendido por 50 juegos en el 2009 por violar el reglamento antidopaje de MLB. Sea cual sea la posición que uno tenga con respecto a la suspensión, la realidad es que tras regresar de ella, Ramírez no ha vuelto a batear con el mismo poder de antes.
Ramírez fue un bateador productivo en el 2009, pero en el 2010 conectó un total de nueve jonrones e impulsó sólo 42 carreras en 320 turnos al bate. Son esos números y no sus 555 jonrones y slugging .596 de por vida lo que estaría en la mente de los equipos en estos momentos.
A estas alturas, a Ramírez, quien cumplirá 39 años en mayo, se le debe considerar un bateador designado. Su representante es Scott Boras y éste ha movido montañas en su oficio. Pero en estos momentos no hay muchos equipos que necesiten un bateador designado y el también dominicano Vladimir Guerrero sigue en el mercado. A diferencia de Ramírez, Guerrero tuvo una actuación destacada con el madero en el 2010 con los Rangers de Texas, quienes conquistaron el banderín de la Liga Americana.
Seattle parece tener un puesto disponible, pero los Marineros intentarán comenzar de cero con el nuevo manager Eric Wedge y quizás Ramírez no encaje ahí. Tampa Bay parece necesitar un refuerzo para la parte gruesa del lineup, pero eso se debe a que perdieron a varios jugadores por recortes en la nómina. Por lo tanto, tampoco parece ser una situación ideal para Ramírez.
Donde sea que termine, el salario de Ramírez disminuirá considerablemente en comparación con los más de US$18 millones que ganó en el 2010. Quizás algún equipo que tenga fe en que a Ramírez aún le queda en el tanque esté dispuesto a arriesgarse a darle un contrato de poco valor garantizado y muchos incentivos.
Ramírez ha sido una presencia constante en la Gran Carpa desde mediados de los años 90. La frase "Manny siendo Manny" evoca la imagen de un bateador digno del Salón de la Fama, pero también hace recordar conductas inexplicables que en ocasiones enfurecieron a sus jefes. Como sea, ha sido una carrera muy completa.
Ahora muchos se preguntan, ¿qué tan completa? Con semejante historial de producción, quizás debería haber otra oportunidad para Ramírez en algún lado, pero varios factores indican que el fin de su carrera como jugador está cerca.
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