viernes, 28 de noviembre de 2008

diariolibre.com
nathanael perez nero
SANTO DOMINGO. Un día de trabajo inicia a las 9 de la mañana para Fernando José Ravelo en su despacho del segundo piso de la oficina de los Tigres del Licey. La hora de regreso a casa es una incógnita, ya que una jornada normal entre octubre y febrero se toma entre 15 y 18 horas. En el resto del tiempo del día (o la noche) su Blackberry sigue encendido y muy rara vez no tiene que seguir atendiendo llamadas."No me atrevo a decir cuánto pago de celular en temporada de pelota. Me he ganado varios móviles por la cantidad de minutos que hablo", dijo Ravelo.Revisar las estadísticas de los partidos más recientes, localizar los puntos débiles y verificar en qué liga del Caribe u otro lugar del planeta se puede encontrar la solución, identificar el calendario de llegada de jugadores sin dejar de estar pendiente de la disponibilidad económica de su presupuesto son puntos rutinarios de la labor del gerente general del equipo azul.Y es que todo, desde lo económico hasta lo deportivo, termina en la oficina del gerente general.Pero hay más compromisos. Tiene que recibir los reportes y entrevistarse con los dirigentes, atender a los medios, colocar tickets aéreos y tener presentes fechas como aniversario del equipo, "Thanksgiving" (para los importados norteamericanos) y hasta cumpleaños de jugadores para hacerles regalos. La presión se incrementa cuando el equipo atraviesa por rachas negativas, ya que el fanático liceísta entiende que hay que ganar todos los partidos. Cuando Ravelo regresaba de San Francisco de Macorís con el equipo, luego de ser apaleado por los Gigantes 16-8 el martes pasado, alrededor de las 2 de la mañana recibió una llamada de familiares de Emilio Bonifacio, cuyo padre tuvo una recaída y necesitaba ser internado. De inmediato el equipo identificó un centro médico, giró un cheque y se hizo cargo del progenitor del pimentoso jugador."En los juegos que no viajo con el equipo hasta que no llega la guagua al play no me voy a mi hogar. Es lo más difícil de este trabajo, tomarle tiempo a mi familia, pero el resto lo disfruto. Creo que sólo ser Presidente de la República es mejor que gerentear al Licey", dijo Ravelo.El miércoles, su salida del parque Quisqueya también se vio prolongada, ya que identificaron un receptor en Hawaii, y por la diferencia de hora, había que esperar hasta las 2 de la madrugada dominicana para ponerse en contacto con él.De 45 años y padre de tres hembras con edades entre seis y 21 años y un varón de 18, Ravelo, un ex tenista que lo ganó todo en el país y entrenó en la academia de Nick Bolleitiery, asumió la gerencia azul en 2000-2001 con un equipo sumido en una profunda crisis, que lo dejó fuera del round robin al finalizar en el sótano con marca 17-33.Ser un liceísta desde que tiene uso de razón era su principal activo y la tarea lucía gigantesca, si se toma en cuenta que sustituía a Rafael Landestoy, toda una autoridad en la industria. Utilizando los conocimientos de administración de empresa, carrera que cursó en la UNPHU y en la universidad de Hampton, Virginia, Ravelo emprendió el reto y ha pasado la prueba. En ocho temporadas ha ganado tres campeonatos nacionales, dos Series del Caribe y cinco finales consecutivas.Dejó su trabajo en la empresa familiar Deportes en la Cumbre para dedicarse los 365 días del año a trabajar con el Licey, equipo que mantiene sus oficinas abiertas durante todo el año. "Dado que esta es una liga donde uno no tiene el dinero para pagarle a muchos jugadores, los pequeños detalles hacen la diferencia. Para ser gerente aquí, hay que aplicar conceptos de la sicología, porque hay muchos jugadores que no hay dinero para convencerlos", dijo Ravelo."Fernand", como es conocido, huye a los elogios, y los atribuye a Francisco Busto, su asistente, a Alba Acevedo, su secretaria, y a un cuerpo de asesores integrado por Ángel Santana "Aroboy", Ezequiel Sepúlveda y Patrick Guerrero. A Pepe Busto, el presidente del equipo, lo considera su principal aliado, ya que para todas las decisiones que se toman le consulta en privado. Su mirada está puesta en el béisbol de las grandes ligasLa experiencia adquirida al frente de los azules han inflado su currículo y le ha permitido desarrollar relaciones con el béisbol mayor. Y las ofertas no han faltado, sólo que el compromiso a tiempo completo con el equipo de sus amores no se le ha permitido aceptar trabajo. Ravelo fungió como encargado de viajes y logística del equipo dominicano que jugó la primera edición del Clásico Mundial de Béisbol. "Un campeonato compensa todo el sacrificio de un año. Con el Licey se sufre, pero cuando se gana se goza".

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