miércoles, 17 de junio de 2015
IGUODALA MVP
CLEVELAND – Ni en sus sueños más profundos, Andre Iguodala llegó a imaginar que sería el Jugador Más Valioso de unas Finales de la NBA.
Ni de noche ni de día, cuando la almohada llegó a aguantar el peso de una cabeza que echaba humo antes del Juego 6. Quién iba a imaginar que se convertiría en el defensor primario de LeBron James después de haber jugado un total de cero partidos como titular en la temporada regular.
Que su labor sería considerada la mejor de las Finales en un equipo compuesto por Stephen Curry o Klay Thompson, que fueron durante todo el año los jugadores más valiosos de una de las plantillas más equilibradas de la liga.
Ni que decir tiene el mérito de recibir dicho galardón ante un James que logró dos triples-dobles y alcanzó 35.8 ppj, 13.3 rpj y 8.8 apj. Nadie anotó más puntos, agarró más rebotes o brindó más asistencias que él en esta eliminatoria. No obstante, el premio a la excelencia de las Finales fue para su defensor.
Paradojas de la vida. Tres partidos le han valido al alero de los californianos para reivindicarse y arrebatarle el trofeo. Varias noches de sueño interrumpido, varias siestas de despertar raro. Pero hubo una en especial, la previa al Juego 6 en la que ni siquiera llegó a conciliar descanso.
“No hice siesta hoy”, confesó al finalizar el encuentro. “Suelo hacerlas y no pude dormir porque no paré de pensar en el partido y lo que tenía que hacer para contenerle, porque realmente no le puedes parar. Eso es lo que le convierte en el mejor jugador del mundo ahora mismo, Por eso tienes que poner tanto esfuerzo en él, no en tratar de frenarle, sino en intentar contenerle. No le puede parar del todo”, apuntó.
La sabiduría viene con la experiencia, y las palabras de Iguodala son la sapiencia del que ha defendido a LeBron mejor que nadie, no sólo en las Finales, sino en todos los playoffs.
Que le pregunten al bueno de Jae Crowder lo que se siente intentando plantar cara al monarca cuando se midió a él en primera ronda con Boston Celtics – el porcentaje anotador del alero de los Cavaliers fue del 41.7 por ciento, según datos de ESPN Stats and Info-. O incluso a Jimmy Butler, de Chicago Bulls, que no pudo bajar su 39.3 por ciento de efectividad en segunda ronda, o a DeMarre Carroll que lo máximo que pudo hacer fue dejarle en un meritorio 36.6 por ciento en las Finales de Conferencia ante Atlanta Hawks.
Tuvo que llegar Iguodala para mermar su eficacia y dejarla en un 35.1 por ciento de efectividad.
“Me estuve preparando para este momento durante 11 años. Le he visto todos los días que he estado en esta liga. LeBron no tiene ninguna debilidad, o no tiene una debilidad que deslumbre. Por eso hay que escoger las pequeñas cosas para tratar de incomodarle. Como el saber por qué lado le gusta lanzar más triples, o las cintas, o por dónde le gusta penetrar. Después de 11 años agarras toda esa información. Soy un yonki del básquetbol, así que observo a jugadores viejos. Los años 90 fueron una era estupenda. Vi mucho de aquello. Eso me ayudó a ser un estudioso del juego. Es la regla de las 10,000 horas. Tratas de especializarte en tu oficio”, argumentó.
JUGADOR DE IDEAS CLARAS
Iguodala ya sabía lo que quería desde su periplo en la universidad de Arizona, cuando Luke Walton, quien fue compañero suyo en aquella época y ahora forma parte del séquito de asistentes de Steven Kerr, ya vaticinó que su ahora pupilo sería uno de los mejores jugadores que hayan pasado por el plantel universitario.
Así fue, y tras lograr 9.6 ppj, 6.6 rpj y 3.4 apj, dio el salto a la NBA como el noveno del draft de 2004, el mismo año en que Dwight Howard logró la primera plaza y su compañero en los Warriors, Shaun Livingston, la cuarta. Philadelphia disfrutó de este académico del baloncesto durante ocho temporadas (2004-12).
Los Denver Nuggets sirvieron de puente y finalmente recaló en los Warriors hace dos años.
Tras ser titular en los 63 juegos en los que participó en su campaña inicial, la llegada de Kerr al banquillo le relegó a ser suplente.
Primó el “aquí no pasa nada” cuando Harrison Barnes se hizo con el puesto de titular e Iguodala se convirtió de la noche a la mañana en el sexto hombre, en el motor de un banquillo clave en el desarrollo de los Warriors.
Los 806 partidos que había jugado de titular en su carrera quedaron relegados a un segundo plano que estuvo obligado a digerir. Y vaya si lo hizo. La recompensa ha llegado con un trofeo dorado que guardará toda su vida.
“Me siento muy bien. Todos esos años y el haber pasado por todo lo que pasé, lo bueno y lo malo, me han preparado para este momento. En ‘Philly’ tuvimos varios equipos, estuvimos muy unidos. Maximizamos nuestro talento. Eso me ayudó para decirle a los chicos, escuchen, he estado en equipo poco talentosos, donde teníamos que jugar juntos para llegar a playoffs. Y les dije que imaginaran nuestro talento y nuestra cohesión y los resultados que podrían llegar desde ahí. Es una sensación increíble, vamos a disfrutarlo”, agregó.
Sacrificio, educación, buen estómago en los momentos difíciles y un arado que ha recogido sus frutos. A Iguodala nadie le puede decir que el JMV le ha caído del cielo, porque no es así.
Lo suyo es una demostración de lealtad a sí mismo, al juego y los equipos en los que ha militado que finalmente han valido su peso en oro. Ha sabido esperar su momento y éste ha llegado.
Puede que nunca se imaginara un galardón como éste rodeado de tantos jugadorazos en estas Finales, pero desde luego, no le ha llegado por sorpresa.
“No estoy sorprendido porque estoy muy confiado en mi juego. Soy muy duro conmigo mismo en muchas ocasiones. No estoy sorprendido, pero hubiera apostado por Steph; por Draymond, que ha estado estupendo todo el año, jugando con una gran calidad. Este es el tipo de series en que él podría haber llegado al triple-doble todas las noches. Lo vimos en la serie ante Houston. Hubiera apostado por esos chicos. Yo ya estaba contento por haber Ganado el anillo. No me importaba nada más. Esto es simplemente un plus”, sentenció.
Que Iguodala no vaya a apostar a Las Vegas, porque el ‘All In’ (apostar todo) que abanderó el slogan de los Cavaliers no ha caído donde pensó. Lo ha hecho en su propia persona para dar valor a su paciencia. Seguro que ahora dormirá mucho mejor.
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