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Luis Polonia habla con emoción sobre la influencia de sus padres para jugar pelota, a quienes el “Rey de los Cables”, les debe todo
Por Rafael-Fellito- Ortiz / El Caribe
Santiago. Ser buen bateador es una condición natural de Luis Polonia, pero a ser buen hijo lo obliga el ejemplo de sus padres Luciano Humberto Polonia (Berto) y Luz María Almonte (fallecida).
La “Hormiga Atómica”, reconoce que todo lo que es hoy en día en el béisbol profesional se lo debe a ambos, por la manera en que lo formaron, punto del cual no esconde su felicidad.
“Ambos tienen su pedacito en mí. Berto era el padre que sacaba su tiempo diario para llevarnos a los estadios para darnos prácticas, mientras que la vieja nos daba el dinero para comprarnos lo que necesitáramos”, indica Polonia.
“Ganchos, guantillas, bates y guantes, de parte de ella nunca hubo un pero cuando se trataba de jugar pelota, mientras que el viejo llevaba al grupo para los terrenos que están alrededor del hospital de niños doctor Arturo Grullón”, agrega el veterano jugador de sus padres.
El permiso para que los jovencitos, entre ellos Polonia, lo conseguía don Berto, quien en ese entonces laboraba de enfermero en el hospital, sin embargo por sus amplios conocimientos de medicina se le consideraba un doctor.
“El hospital de niños tenía muchos terrenos desiertos que no utilizaba y como papá trabajaba ahí nos dejaban practicar.
Él (Don Berto) se mantuvo siempre con la esperanza de que un hijo suyo pudiera ser pelotero profesional”, sostuvo Polonia, quien recientemente se convirtió en el jugador con más imparables del béisbol de la República Dominicana.
Don Berto Polonia es un ser humano con una gran hoja de servicio a la comunidad de Santiago y muy especialmente a su querido Pueblo Nuevo.
“Papá es un samaritano de Pueblo Nuevo. No había gente que no llevara a sus hijos a donde él o que le buscara sin que él le tendiera la mano.
Todas esas cabecitas, bracitos o piernitas que se cortaban ahí estaba el viejo poniendo puntos y él siempre tenía sus cosas preparadas”, indicó.
Afirmó que Don Berto era de las personas que siempre estaban atentas a lo que en el sector sucediera, presencia, que a su juicio, no faltaba extendiéndole las manos a los necesitados.
“Papá sabía cuándo pasaba algo en el vecindario.
Iban a donde él. Mi papá se pasó toda una vida haciéndole favores a los vecinos y hasta a los que no lo eran porque venían desde muy lejos y a las personas mayores también les trataba, o sea, que tanto mi mamá como mi papá fueron gentes que aportaron mucho, no solo a mí y mi familia, sino a la comunidad”, relató el integrante de las Águilas Cibaeñas por espacio de 25 años.
No pocos recuerdan que doña Lulú, como se le conocía por su apodo, siempre cocinaba más de la comida necesaria en su casa para poder brindarle a los muchachos del barrio también conocido como “La Bahía”.
“Mi mamá con todos ellos no comía cuento. Recuerdo que hacía comida hasta sobrar.
Tanto mi papá como mi mamá fueron dos personas que supieron ganarse el barrio y por eso creo que sin ellos dos no sé dónde estuviera ahora mismo”, expresó con lágrimas en sus ojos el pelotero con vasta experiencia en el béisbol de las Grandes Ligas.Grata presencia. Polonia, que el pasado sábado 15 de noviembre rompió la marca de más indiscutibles en la pelota dominicana, no solo fue ovacionado de pie durante varios minutos por la multitud congregada en el estadio Cibao, sino también que fue esperado luego de recorrer en hombros de sus compañeros el terreno, nada más y nada menos que por su adorable “viejo” Berto, acompañado de su esposa e hijos.
“Cuando mamá murió se me fue un pedazo de mí para el cielo, pero él es lo que me queda y no veo a mi papá en otra cosa que no sea un partido de las Águilas viendo a su hijo.
Yo diría que si me retiro de la pelota, estoy seguro que él ni a un estadio vuelve”, asintió el pelotero.
Luego agregó “el viejo mío disfruta el juego, pero también disfruta ver a su hijo jugar pelota y en verdad a veces vengo al estadio cuando esos días están feos, miro a las gradas, cuando noto que él no viene me encuentro raro y veo esa silla vacía y me asusto bastante”, puntualizó.
Una herencia valiosa
“De tal palo, tal astilla”, reza el refrán popular, y esa máxima se cumplió con Berto y su hijo Luis Polonia.
Don Berto fue un buen jugador, defensor del cuadro que jugó a nivel del otrora béisbol amateur y no ascendió al profesional con las Águilas, pese a llegar a practicar con ese club, debido a la presencia de dos grandes murallas que tenía el equipo mamey de entonces en el cuadro interior, don Julito Martínez y Daniel Rodríguez.
Tanto Martínez como Rodríguez fueron considerados la mejor combinación de siore y segunda en ese entonces en la pelota dominicana.
“Siempre me mantenía practicando y me los llevaba al estadio tanto a Luis como a José Polonia, que llegó a jugar amateur con el equipo Linda de Navarrete.
Todos éramos liceístas, aunque duré dos semanas practicando con las Águilas”, expresa Don Berto.
“Pero desde que ví que era imposible desplazar tanto a Julito como a Daniel y luego de jugar doce años amateur, bateándole a buenos lanzadores, entre ellos Juan Marichal y Ventorrillo Martínez, que llegó a ser mejor que Marichal, pero al no tener un padre o un padrino que velara por mí, me dediqué a ayudar a que unos de mis hijos fuera pelotero profesional”, agregó.
Polonia había terminado el cuarto de bachillerato.
Se había graduado como profesor de inglés y luego de ser llevado a la Academia de Oakland, y por su diminuto tamaño, todo lo que le ofrecieron fue ser profesor de los demás prospectos, lo cual rechazó.
“Luego de ser rechazado, yo le propuse que si no podía llegar a ser profesional estudiara medicina y me pidió dos meses con la condición de que si no lograba la firma en ese tramo, entonces comenzaría la carrera médica.
Fue cuando Marichal decidió verlo de nuevo y lo firmó por 3,500.00 dólares.
Recuerdo que cuando me entregó el cheque me dijo cuida de ese muchacho que solamente es pequeño, pero batea y va a llegar lejos”, reveló el mayor de los Polonia.
Por Rafael-Fellito- Ortiz / El Caribe
Santiago. Ser buen bateador es una condición natural de Luis Polonia, pero a ser buen hijo lo obliga el ejemplo de sus padres Luciano Humberto Polonia (Berto) y Luz María Almonte (fallecida).
La “Hormiga Atómica”, reconoce que todo lo que es hoy en día en el béisbol profesional se lo debe a ambos, por la manera en que lo formaron, punto del cual no esconde su felicidad.
“Ambos tienen su pedacito en mí. Berto era el padre que sacaba su tiempo diario para llevarnos a los estadios para darnos prácticas, mientras que la vieja nos daba el dinero para comprarnos lo que necesitáramos”, indica Polonia.
“Ganchos, guantillas, bates y guantes, de parte de ella nunca hubo un pero cuando se trataba de jugar pelota, mientras que el viejo llevaba al grupo para los terrenos que están alrededor del hospital de niños doctor Arturo Grullón”, agrega el veterano jugador de sus padres.
El permiso para que los jovencitos, entre ellos Polonia, lo conseguía don Berto, quien en ese entonces laboraba de enfermero en el hospital, sin embargo por sus amplios conocimientos de medicina se le consideraba un doctor.
“El hospital de niños tenía muchos terrenos desiertos que no utilizaba y como papá trabajaba ahí nos dejaban practicar.
Él (Don Berto) se mantuvo siempre con la esperanza de que un hijo suyo pudiera ser pelotero profesional”, sostuvo Polonia, quien recientemente se convirtió en el jugador con más imparables del béisbol de la República Dominicana.
Don Berto Polonia es un ser humano con una gran hoja de servicio a la comunidad de Santiago y muy especialmente a su querido Pueblo Nuevo.
“Papá es un samaritano de Pueblo Nuevo. No había gente que no llevara a sus hijos a donde él o que le buscara sin que él le tendiera la mano.
Todas esas cabecitas, bracitos o piernitas que se cortaban ahí estaba el viejo poniendo puntos y él siempre tenía sus cosas preparadas”, indicó.
Afirmó que Don Berto era de las personas que siempre estaban atentas a lo que en el sector sucediera, presencia, que a su juicio, no faltaba extendiéndole las manos a los necesitados.
“Papá sabía cuándo pasaba algo en el vecindario.
Iban a donde él. Mi papá se pasó toda una vida haciéndole favores a los vecinos y hasta a los que no lo eran porque venían desde muy lejos y a las personas mayores también les trataba, o sea, que tanto mi mamá como mi papá fueron gentes que aportaron mucho, no solo a mí y mi familia, sino a la comunidad”, relató el integrante de las Águilas Cibaeñas por espacio de 25 años.
No pocos recuerdan que doña Lulú, como se le conocía por su apodo, siempre cocinaba más de la comida necesaria en su casa para poder brindarle a los muchachos del barrio también conocido como “La Bahía”.
“Mi mamá con todos ellos no comía cuento. Recuerdo que hacía comida hasta sobrar.
Tanto mi papá como mi mamá fueron dos personas que supieron ganarse el barrio y por eso creo que sin ellos dos no sé dónde estuviera ahora mismo”, expresó con lágrimas en sus ojos el pelotero con vasta experiencia en el béisbol de las Grandes Ligas.Grata presencia. Polonia, que el pasado sábado 15 de noviembre rompió la marca de más indiscutibles en la pelota dominicana, no solo fue ovacionado de pie durante varios minutos por la multitud congregada en el estadio Cibao, sino también que fue esperado luego de recorrer en hombros de sus compañeros el terreno, nada más y nada menos que por su adorable “viejo” Berto, acompañado de su esposa e hijos.
“Cuando mamá murió se me fue un pedazo de mí para el cielo, pero él es lo que me queda y no veo a mi papá en otra cosa que no sea un partido de las Águilas viendo a su hijo.
Yo diría que si me retiro de la pelota, estoy seguro que él ni a un estadio vuelve”, asintió el pelotero.
Luego agregó “el viejo mío disfruta el juego, pero también disfruta ver a su hijo jugar pelota y en verdad a veces vengo al estadio cuando esos días están feos, miro a las gradas, cuando noto que él no viene me encuentro raro y veo esa silla vacía y me asusto bastante”, puntualizó.
Una herencia valiosa
“De tal palo, tal astilla”, reza el refrán popular, y esa máxima se cumplió con Berto y su hijo Luis Polonia.
Don Berto fue un buen jugador, defensor del cuadro que jugó a nivel del otrora béisbol amateur y no ascendió al profesional con las Águilas, pese a llegar a practicar con ese club, debido a la presencia de dos grandes murallas que tenía el equipo mamey de entonces en el cuadro interior, don Julito Martínez y Daniel Rodríguez.
Tanto Martínez como Rodríguez fueron considerados la mejor combinación de siore y segunda en ese entonces en la pelota dominicana.
“Siempre me mantenía practicando y me los llevaba al estadio tanto a Luis como a José Polonia, que llegó a jugar amateur con el equipo Linda de Navarrete.
Todos éramos liceístas, aunque duré dos semanas practicando con las Águilas”, expresa Don Berto.
“Pero desde que ví que era imposible desplazar tanto a Julito como a Daniel y luego de jugar doce años amateur, bateándole a buenos lanzadores, entre ellos Juan Marichal y Ventorrillo Martínez, que llegó a ser mejor que Marichal, pero al no tener un padre o un padrino que velara por mí, me dediqué a ayudar a que unos de mis hijos fuera pelotero profesional”, agregó.
Polonia había terminado el cuarto de bachillerato.
Se había graduado como profesor de inglés y luego de ser llevado a la Academia de Oakland, y por su diminuto tamaño, todo lo que le ofrecieron fue ser profesor de los demás prospectos, lo cual rechazó.
“Luego de ser rechazado, yo le propuse que si no podía llegar a ser profesional estudiara medicina y me pidió dos meses con la condición de que si no lograba la firma en ese tramo, entonces comenzaría la carrera médica.
Fue cuando Marichal decidió verlo de nuevo y lo firmó por 3,500.00 dólares.
Recuerdo que cuando me entregó el cheque me dijo cuida de ese muchacho que solamente es pequeño, pero batea y va a llegar lejos”, reveló el mayor de los Polonia.
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