El lanzador cubano Yunesky Maya, uno de los principales astros de los Tigres del Licey en la actual campaña de República Dominicana, tiene mucho que aprender en el mundo del béisbol profesional.
Y lo primero que debe aprender es precisamente a eso: a ser profesional.
Maya, quien trabajó por seis campañas en las Series Nacionales cubanas con el equipo Pinar del Río, declaró en una reciente entrevista para la televisión quisqueyana que en caso de ir a la Serie del Caribe de febrero próximo en Isla Margarita, Venezuela, no lanzaría en contra de Villa Clara, representante de su país natal.
Declaraciones similares hizo hace unos meses atrás José Contreras, también pinareño que juega en Quisqueya.
Por si Maya no se ha enterado, un profesional juega por dinero y se debe al equipo que le paga su salario.
Negarse a lanzar contra tal o más cual rival, alegando cuestiones nacionales, es una falta de profesionalismo rotundo y absoluto, aparte de ser una manifestación de patrioterismo barato que nada tiene que ver con el patriotismo.
Además, en la Serie del Caribe no se enfrentan países, sino clubes, que integran jugadores de diferentes nacionalidades.
Imaginen de pronto por ejemplo, que el francés Franck Ribéry, jugador del Bayern Munich en la Bundesliga, se niegue a enfrentar, digamos, al Paris Saint Germain en la Champions de Europa.
Al momento sería despedido y su contrato cancelado por no asumir su trabajo con profesionalismo.
Pero volvamos al béisbol. Supongamos que el Licey se corona campeón quisqueyano y en la Serie del Caribe le toca enfrentar en el partido decisivo al Villa Clara de Cuba.
Entonces, en ese momento el único lanzador disponible es Yunesky Maya.
¿Está obligado el manager José Offerman a prescindir de él y entregarle la pelota a un pitcher menos calificado que podría costarle la victoria, sólo porque el cubano no quiere trabajar contra sus compatriotas?
Ya me imagino la reacción de Offerman, un tipo de poca paciencia y antecedentes violentos, aunque en este caso estaría justificada prácticamente cualquier conducta.
Sin ir más lejos, remitámonos a la historia del béisbol cubano y una de sus figuras más legendarias: Adolfo Luque.
La primera estrella latina que hubo en Grandes Ligas, devenido con el tiempo manager avezado del equipo Almendares, Luque era conocido por su temperamento violento.
En la temporada cubana de 1939-40 jugaba para el Almendares el estadounidense Ted Radcliff, quien ponía poco empeño para cumplir su trabajo como lanzador.
Ante la vagancia manifiesta de Radcliffe, el colérico manager llegó a dispararle con un revólver en los vestidores.
Poco después se vio al serpentinero salir a medio vestir, maletas en mano, rumbo al aeropuerto.
Ojalá no sea necesario a un choque desagradable con su manager para que Maya aprenda la responsabilidad que implica ser un deportista profesional.
Quizás cuando se comporte como tal le irá mejor en este camino que él escogió por voluntad propia.
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