Es mi manera de no emborracharme con la idea de que dentro de poco tendremos otros jugadores de la NBA, tomando en cuenta una real camada de jugadores que han conseguido becas en instituciones académicas norteamericanas. Eso no es cierto. Una beca no garantiza nada en el tema que nos ocupa.
Así lo veo. Usted puede tener su opinión y siempre la voy a respetar, pero en lo que a mí concierne se necesita estar equipado con algo más que talento para entrar a la liga estadounidense.
Todo el que comparte esos temas conmigo sabe lo escéptico que soy en ese sentido, porque vaticinar que un muchacho de 16 años fichará en la NBA no es cosa fácil.
Es que se trata de un recorrido muy largo. Una carrera se puede ir a pique en un santiamén -no necesariamente por una lesión- por diversos factores, además de que hay cientos de chicos alrededor del mundo con demasiadas herramientas.
El trabajo principal de la edición de hoy trata precisamente de aquellos dominicanos con las mejores proyecciones, no de aquellos que entrarán a la liga norteamericana ni de aquellos que tienen becas en los Estados Unidos.
Es que al final la proyección es una proyección y como tal, puede fallar. No es fácil. Recuerden que solo ha habido nueve jugadores de origen dominicano en la NBA y, a pesar de que todo comenzó con Hugo Cabrera en el 1976, vinimos a tener un baloncestista de importancia hasta 1998 con Luis Felipe López.
Veo a Karl Towns con las mayores posibilidades de ser el décimo jugador de origen criollo en aterrizar en la liga en cuestión.
Sin embargo, hay que recordar que hablamos de mozalbetes y por más que hoy les veamos las más pulidas condiciones sencillamente habrá que esperar por su primer año en la universidad, donde realmente jugarán al nivel más cercano a la NBA. Habrá que esperar.
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