viernes, 20 de diciembre de 2013
Roberto Novoa, ejemplo de perseverancia y dedicación
CYNTHIA MORILLO..SANTO DOMINGO.— El 31 de diciembre del 2006, fecha que para muchos significaba el paso hacia un nuevo año cargado de esperanza y prosperidad, fue un día trágico para el lanzador Roberto Novoa. Esa fecha marcó un antes y un después en la vida del jugador, nativo de San Juan de la Maguana.
Un accidente automovilístico (sufrido en compañía del también lanzador Valerio De Los Santos) le produjo una dislocación en su hombro derecho que lo obligó a pausar su prometedora carrera como lanzador de Grandes Ligas.
Novoa llega al mundo en “El Granero del Sur”, el 15 de agosto de 1979. Era el más "Negrito" (expresión con la cual lo denominan sus padres) de sus siete hermanos. Desde pequeño se mostró muy alegre, simpático y con carisma para "echarse a las personas en un bolsillo".
Sin embargo, había una cosa que hacía que el joven Roberto se saliera de sus casillas y revoloteara todo desde la cabeza hasta los pies: su pasión por el béisbol.
Desde la infancia, su padre le inculcó el amor al deporte de las bolas y los strikes.
"Mi padre siempre ha sido un apasionado del juego, es tanto así que se desempeñó como receptor, pero no logró firmar debido a que en ese entonces las oportunidades eran escasas y los escuchas no llegaban hasta donde vivíamos”, agregó el derecho.
Relata como su padre, a base de esfuerzo y sacrificio, logra sacar adelante a la familia y educar a sus siete hijos, cuatro varones y tres hembras. El patriarca de la familia trabajó como sembrador de tabaco y luego como negociante, teniendo que desplazarse hasta Loma de Cabrera, todo porque su hijo consiguiera besar el diamante del béisbol.
No muchos jugadores terminan sus estudios educativos y, lamentablemente, Novoa no fue la excepción. Abandonó la escuela cuando apenas cursaba el octavo grado, ya que entendía que no existía mayor aprendizaje que estar dentro del estadio. El béisbol se convirtió en su formación.
"Yo abandoné la escuela a muy temprana edad; sin embargo, eso no significa que no se debe estudiar, tú no sabes de lo que vas a vivir y hay que prepararse. Gracias a Dios estoy viviendo del béisbol, pero no sabes el día que una lesión o alguna circunstancia no te permita trabajar más en esto", sostuvo.
Y así, con su mente clara y decidida, de la mano de su padre, también de Tito Alcantará y Regino Calcaño, llegó hasta las filas de la organización de los Piratas de Pittsburgh, para ver cristalizado sus sueños de ser firmado por un equipo profesional de béisbol, el 03 de Julio de 1999.
Aun cuando pisar los Estados Unidos le resultó incomodo y lo sacó de su "zona de confort", Novoa logró salir adelante, pues tenía una meta bien clara. Para él no importaba los sacrificios a superar, su objetivo era llegar a Grandes Ligas.
Y ese "negrito de San Juan" conquistó a los scouts con su estatura, impresionante físico y bola rápida que se desvanecía ante los bateadores. No obstante, para su sorpresa, mientras transcurre por las menores es cambiado a Detroit, donde sigue impresionando.
"Yo nunca me esperé ese cambio, porque, supuestamente, era el prospecto de los Piratas; pero al final me resultó conveniente porque pude subir a Las Mayores. El mánager Alan Trammel me observó en Spring Trainning, me dijo que tenía las condiciones, buen brazo y me dio la oportunidad de debutar, el 29 de julio de 2004", expresó el quisqueyano que durante su corta estancia con los Cachorros de Chicago y los Tigres de Detroit registró marca de 7-7 y efectividad de 4.51.
De esos años Novoa guarda recuerdos inolvidables.
"Mis dos amigos insuperables fueron Esteban Yan y, posteriormente, Aramis Ramírez. Otra de las personas que desde pequeño quise ver porque lo admiraba mucho era Greg Maddux, y tuve la oportunidad de jugar con él durante dos años", nos relata.
Pero entonces, aquel último día del 2006 aconteció lo inesperado, el hecho que cambió el rumbo de Roberto Novoa como pelotero profesional y como ser humano.
"Yo pienso que me descuidé un poco, debí cuidarme más; pero en la vida Dios tiene un propósito para todos. Eso me hizo mejor persona, me hizo pisar los pies en la tierra y gracias al Todopoderoso ese trago amargo me convirtió en una persona más humilde y tranquila. Antes me enfrentaba a cualquiera y no me aguantaba, pero gracias a Dios ya no soy controversial", manifestó el jugador quien lanzó su último juego en la Gran Carpa el 30 de septiembre del 2006.
La lesión en su hombro derecho lo mantuvo fuera del béisbol durante todo el 2007.
De ahí en adelante, Novoa tuvo que demostrarse a sí mismo que desde las cenizas y el polvo cualquiera se puede sobreponer; que con trabajo y perseverancia puedes regresar y convertirte en una persona exitosa dentro y fuera del terreno. Solo debes proponértelo.
Estuvo un año jugando en Panamá; y luego, tras dos más poco fructíferos en México, se somete a una operación quirúrgica que había postergado varios años, y que marcaría el renacer de su carrera.
En esa etapa, participó en el torneo Doble A, con el equipo de la UASD, lo que lo ayudó a recuperarse y prepararse para llegar al conjunto de los Leones del Escogido, donde le abrieron las puertas a su regreso beisbolístico.
"Le agradezco a mi padre, a mi madre, a mi hermano (Junior Noboa) y en especial a mi esposa, quien siempre estuvo ahí apoyándome y me dijo que no me desesperara, que mi momento llegaría", relata.
También agradece la oportunidad brindada por el equipo de los Leones, del que resalta la gran química que se respira y el respeto que se siente por los jugadores veteranos.
"Cuando uno atraviesa por una lesión, se le cierran las puertas, pero Gracias a Dios pude superar esa prueba y he podido salir adelante. Agradezco a Moisés Alou que me abrió las puertas y depositó en mí un voto de confianza, valor que no todos los gerentes se arriesgan en esta pelota invernal", dijo Novoa quien ha trabajado 17 entradas, en las que ha permitido siete imparables, seis carreras, 11 ponches y efectividad de 3.18.
Su éxito lo ha convertido en uno de los relevistas de confianza del dirigente Audo Vicente, logrando contribuir a los buenos resultados del conjunto escarlata.
"La liga de aquí es difícil y competitiva, un día tu le lanzas a un bateador y al otro día te lo cambian, entonces, debes hacer los ajustes necesarios, gracias a Dios me las he ingeniado para hacer el trabajo”, apuntó.
Si le pasara una radiografía a su carrera como pelotero profesional, dice que este sería su mejor momento, ya que gracias a Dios ahora tira más strikes, tiene mejor localización y, sobre todo, mejor conciencia como lanzador.
Para Roberto Novoa no hay nada escrito, él entiende que el camino lo construye uno mismo; considera que con fe y dedicación puede regresar al cielo beisbolístico, no importa las pruebas ni los sacrificios. Para él, lo importante es no rendirse ante las lesiones y los infortunios de la vida.
Ahora, Novoa espera que el plato fuerte vuelva a tocar a su puerta, mientras disfruta del sabor del regreso a un montículo donde solo él se siente inigualable.
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