La Serie Mundial es un tributo no declarado a los maratonistas. El 15 de abril un cobarde y criminal atentado terrorista se llevó la vida de tres personas y dejó más de 200 heridos y mutilados. Dos bombas asombraron y llenaron de cólera a esta tranquila ciudad. Aún se recuerda la expresión iracunda de David Ortiz en la apertura de un juego en Fenway Park. Él fue la voz popular.
Durante todos estos meses Boston Strong llenó todos los espacios hasta la serie mundial.
En esta ciudad su vetusto Fenway es más que un parque deportivo. Sus 101 años han sido escenario de bodas, declaraciones amorosas, peticiones de matrimonio, se celebra el Halloween, el Día de los Padres, los peloteros minusválidos aquí celebran sus competencias. Este patrimonio de la ciudad es sala de conciertos o de la tradición donde las familias se reúnen en torno a los Red Sox.
Cuando se menciona al monstruo verde, la catedral del béisbol o el cielo en la tierra se sabe que son algunos de los apodos del Fenway. Aquí han jugado los íconos del béisbol. Una señora de 107 años estaba feliz porque había esperado 95 años para ver ganar otra vez a su equipo en Boston. Un señor de apellido Andrews que desde 1953 va a todos los partidos, logró su sueño.
Durante la serie de postemporada brotaron las estadísticas por doquier y en casi todas estaba involucrado el pelotero David Ortiz. Un dominicano que será miembro del Salón de la Fama. Es un fenómeno nunca visto, hasta los equipos contrarios lo quieren.
Mañana será la celebración de la victoria. Los jugadores desfilarán en unos camiones anfibios llamados patos y harán una parada en la calle Boylston donde está la meta del maratón bostoniano.
La ciudad pide a los niños que usen los símbolos del Big Papi: el casco de combate y la escafandra de la celebración. David Ortiz, el más destacado de la Serie Mundial, comparte con Babe Ruth haber ganado tres mundiales para Boston. La diferencia es que el dominicano sí tendrá su estatua en el Fenway.
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