Reflejo de una sociedad en deterioro

ENRIQUE ROJAS...BOSTON -- El dominicano Bartolo Colon fue suspendido el miércoles por 50 partidos por violar el programa de sustancias de Grandes Ligas, tras dar positivo al uso de testoterona sintética. Lamentablemente, esa fue apenas la buena noticia.

La mala noticia es que la suspensión de Colón ocurrió una semana después de que su compatriota Melky Cabrera recibiera el mismo castigo por las mismas razones, meses después de que su colega y compatriota Guillermo Mota fuera sancionado por segunda vez en su carrera y un tiempo relativamente corto desde que su ex-compañero Manny Ramirezse retirara para evitar una segunda suspensión por reincidir en violar el programa.

La peor noticia es que estos no son hechos aislados del béisbol, sino un reflejo de la base de la sociedad de República Dominicana, donde las palabras celada, engaño, estafa, falsificación, fraude, chantaje, lio, timo, trampa, trama y traición no tienen el mismo significado negativo que en otros sitios.

El filósofo griego Sócrates decía que "Sólo hay un bien: El conocimiento. Sólo hay un mal: La ignorancia". La diferencia entre una cosa y otra está en la existencia o ausencia del saber.

Por décadas, la descomposición social, aupada por pobres políticas de desarrollo e impulsada por la creciente desigualdad económica entre gobernantes y gobernados, le ha cercenado a una abrumadora mayoría de la población la capacidad de discernir con conciencia entre lo que es bueno y malo, justo e injusto, limpio y sucio, ético e inmoral.

Contrario a tiempos tan recientes como las décadas de los sesentas y setentas, la actual sociedad dominicana construye seres humanos en donde es normal que las autoridades engañen al pueblo, el pueblo se burle de las leyes, el esposo engañe a la esposa, la esposa engañe al esposo, el padre le mienta a los hijos, los hijos se burlen del padre, los hermanos se traicionen entre ellos y todo el mundo persiga sus objetivos sin importar los métodos utilizados o el daño causado, a otros o a uno mismo.

El grado de deterioro es tal que la población no solo no se sorprende, sino que incluso encuentra anormal que un funcionario no despilfarre el erario público y expresa admiración y hasta respeto por ladrones y corruptos, siempre y cuando hayan obtenido un botín significativo.

El deterioro se puede palpar en todas las áreas de la sociedad, incluyendo los deportes, especialmente en el béisbol. Además de los fraudes relacionados a edades e identidades y todo lo relacionado al proceso de captación y desarrollo de los prospectos dominicanos, el uso de sustancias para mejorar el rendimiento es una de las plagas que afecta la industria.

Cuando se creó el programa de antidopaje del béisbol, para las ligas menores y las Grandes Ligas, se pensó que a más tardar en un plazo de cinco o seis años, una mayoría absoluta de jugadores se adaptaría a las nuevas reglas de cero tolerancia. En cierta forma ha sido así, excepto para los dominicanos.

Los peloteros quisqueyanos representan cerca del 20% de la población de Grandes Ligas, sin embargo el pocentaje de dominicanos sube al 40% entre las sanciones históricas de las ligas mayores, incluyendo los últimos seis casos de jugadores suspendidos por 50 o más partidos por violar el programa.

La frecuencia es extraordinariamente alta, pero es una simple muestra del preocupante estado moral de la nación dominicana, donde existe una ley que obliga al estado a invertir el 4% del producto interno bruto en la educación y sin embargo, nunca en la historia eso se ha cumplido.

Yo, como debería estarlo cualquier dominicano con dos dedos de frente, más que avergonzando por hechos aislados como la suspensión de un beisbolista, me siento altamente preocupado por el futuro de un país en donde los valores morales han descendido tan bajo que sus habitantes no tienen la capacidad de distinguir entre el bien el mal, lo correcto y lo incorrecto, lo limpio y lo sucio.