El joven jugador estaba próximo a cumplir 17 años y acababa de tener su primera experiencia con la selección dominicana en Centrobasket 75.
Los directivos del FC Barcelona estaban fascinados con las referencias y lo poco que habían visto de Hugo Cabrera, pero el criterio de Zaravica, campeón del mundo con Yugoslavia en 1970 y olímpico en 1980, pesó demasiado.
“Yo quiero a ese morenito que está ahí”, manifestó el veterano entrenador mientras señalaba a Sibilio, quien previamente había sido cortejado por su compañero Héctor Báez para que fuera a estudiar a Fordham University, Estados Unidos, “que es la mira, el camino al que nos vamos todos”.
“El objetivo de los directivos del Barcelona era Hugo, que es el jugador formado completo... excelente jugador”, revela Sibilio de impecable dicción y algo del acento español fruto de los casi 20 años que residió en la Madre Patria.
“Chicho es un morenito espigado, un proyecto”, reconoce.
La decisión final fue difícil de tomar. Llegó en febrero del año siguiente por intermediación de Humberto Rodríguez, su entrenador en la selección y quien se había ganado el respeto de la familia, así como de Pey Rincón, su primer mentor en Haina.
El acuerdo se logra con la condición de que Sibilio –el menor de los siete hijos procreados por don Antonio, para esa época jefe de vías férreas del ingenio Central Río Haina, y Plasenta– fuera a España como un niño a una casa de familia, que resultó ser la Pepe Tous, y no como un jugador profesional.
Impacto
“El cambio de vida fue duro, muy duro. Primero cambié como jugador, cambié de cancha, pero seguía pensando como dominicano y por eso cuando vengo me quiero quedar en República Dominicana. No me acostumbraba a la vida española”, rememora.
“El cambio de vida fue duro, muy duro. Primero cambié como jugador, cambié de cancha, pero seguía pensando como dominicano y por eso cuando vengo me quiero quedar en República Dominicana. No me acostumbraba a la vida española”, rememora.
“Yo salto, sin desmerecer, de Haina, pero de Haina del 75, no de la Haina de ahora, a Barcelona, una de las mejores ciudades de España para vivir”, subraya.
“Sigo siendo un muchachito con las hojas encima.
Llego a un sitio que hablan el mismo idioma que yo, pero no me entienden hablando, no tenemos temas”, recalca Sibilio, ahora con 54 años.
A él le llamó la atención que en el primer día que se integra al equipo juvenil del FC Barcelona la marcada diferencia que había entre sus viejos y lo que habrían de ser sus nuevos compañeros.
“En Santo Domingo (en la selección) tengo a once negros, igual que yo, y a un blanco que es Aldo Lerschron”, señala sonriente. “En España, cuando llego al vestuario, tengo a once blancos y el único negro soy yo”.
No obstante, es en 1976, luego de jugar su primer torneo con el Barcelona, que regresa al país, y luego de participar con los Astros de Montecarlo en el torneo superior distrital, que aquilata el cambio social que ha hecho.
“Vuelvo a República Dominicana y es cuando empiezo a comparar las opciones que tengo allá, entonces me doy cuenta que indiscutiblemente debo coger las maletas e irme a Barcelona”, manifiesta el otrora delantero de 6-7 de estatura y “las manos más sensibles para tirar” al decir de Leandro de la Cruz, antiguo compañero suyo con los Astros y luego su entrenador en ese conjunto.
A finales del 76, ya con el equipo de primera división del Barcelona, toma parte en la Copa del Rey y desde entonces se convierte en un jugador de primera línea que habría de hacer historia en España y toda Europa vistiendo el uniforme de esa nación.
LA MEJOR DECISIÓN
Otro momento triste y de gran impacto en la carrera de Sibilio ocurrió al año siguiente en el marco de Centrobasket ‘77, que tuvo lugar en Panamá.
Otro momento triste y de gran impacto en la carrera de Sibilio ocurrió al año siguiente en el marco de Centrobasket ‘77, que tuvo lugar en Panamá.
El primer día el equipo dominicano tenía previsto debutar contra Islas Vírgenes y Chicho ya estaba vestido para jugar. Previo al partido llega la notificación de Fiba-Europa dando cuenta que Sibilio había aplicado para nacionalizarse español y si jugaba corría el riesgo de echar para atrás esos planes.
Humberto Rodríguez y Faisal Abel, entrenadores de la selección nacional, así como Leo Sabater le aconsejaron que no debía jugar por el bien de su incipiente carrera.
“Me sentí muy triste, pensando como jugador, pensando en mi país. Teníamos una selección bien preparada e iba como una de las figuras del equipo”, apunta.
“Yo creo que esa no incursión mía unió más al equipo. Yo me quedé con ellos, dándole ánimo, nunca me aparté”, evoca sobre un colectivo que conquistó la medalla de oro, una de las más importantes y celebradas en la historia del deporte dominicano.
Ver los juegos desde la banca le resultó difícil, pero le resultó favorable para su carrera.
“Lógicamente, viendo el resultado ahora yo estoy contento con la decisión tomada”, argumenta ahora desde una mejor perspectiva y con la serenidad y experiencia que suelen acompañar a los años.
Chicho aboga para que el basket RD sea reestructurado
La reglamentación y organización del baloncesto en la República Dominicana debe tener como principal protagonista al Estado con la ayuda de la LNB, la Federación y las asociaciones.
La reglamentación y organización del baloncesto en la República Dominicana debe tener como principal protagonista al Estado con la ayuda de la LNB, la Federación y las asociaciones.
Antonio -Chicho- Sibilio, uno de los más grandes baloncestistas de todos los tiempos, entiende que es hora de que el basket dominicano sufra una “reestructuración” completa.
“El estado, principalmente, debe tener la responsabilidad de reglamentar y organizar, no solo el baloncesto, sino todo el deporte en sentido general tras un gran diálogo individual para cada disciplina”, señaló el ex selección de España y República Dominicana al participar en el Café Deportivo de la sección El Deporte de LISTÍN DIARIO.
Entiende que la Liga Nacional de Baloncesto (LNB) también puede colaborar ya que “tiene el dinero” y la estructura, pero para su éxito a largo plazo necesita tener jugadores de calidad.
“Por ejemplo, la cantera de Puerto Rico no está en Estados Unidos. Ellos crean su propia base en la Isla. Se gastan hasta 800 mil dólares de jueves a domingo para concentrar a un grupo de jugadores con seis entrenadores”, expresa Sibilio.
Señala que en el país es difícil exigir a un joven con talento y condiciones que se pase dos o tres meses entrenando con la selección nacional cuando le están ofreciendo 10 mil ó 15 mil pesos por partido en un torneo superior del interior.
“Un jugador de 18 años en República Dominicana juega tres partidos al año con árbitro y ninguno con pizarra. En Puerto Rico, jugaría 200 encuentros”, revela el ex especialista en el tiro de tres que comenzó su carrera como un centro rebotero.
Cree que si la selección dominicana clasifica para los Juegos Olímpicos de Londres podría ser la oportunidad para “relanzar el baloncesto”.
“Lamentablemente la selección ahora viaja y ya no vuelve. El jugador no tiene el estímulo directo del fanático que lo aborda en las calles para felicitarlo y demostrar su orgullo por lo que hace”, reflexiona.
Sibilio aboga por una reevaluación de los “mal llamados” torneos superiores que, a su parecer, deben salir del control de las asociaciones, quienes se deberían concentrar en el fomento de las categorías menores.
“Debemos tener un marco competitivo que permita dedicar dos meses al año solamente a la selección nacional, que podría ser entre julio y agosto, que en cada categoría se pueda salir del país, ir a Estados Unidos y Europa, experimentar diferentes sistemas y formas de juego para poder aspirar a grandes cosas”, considera Chicho.
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