“Mi familia me llevó a la mala al play”

 

LICEY..FOTO LO QUE PASO HOY..SANTO DOMINGO (Licey.com)- Antes de empezar el actual torneo invernal, nadie conocía a Pedro Zapata. Incluso, muchos consideraron que era un “relleno” en la transacción que envió a Juan Francisco al Licey. Al día de hoy, Zapata es el mejor bateador de promedio en el conjunto azul (mínimo 10 juegos).

Independientemente de las condiciones que ha exhibido hasta el momento, el nativo de Nizao no tenía el béisbol como su principal meta en la vida. 

“Yo empecé a jugar pelota tarde, específicamente a los 15 años, porque lo que me gustaba era el baloncesto. Mi familia me llevó a la mala al play a pesar de que yo les decía que no me gustaba. Me enfoqué para el béisbol y me firmaron a los 18 años, aunque no recibí un buen bono”, manifestó el jardinero al conversar para Licey.com.

En lo que va de contienda, Pedro tiene promedio de .375, con cinco remolcadas, dos bases robadas y un porcentaje de embasarse de .388. Además de esas estadísticas, el novato tiene una racha de 11 partidos bateando de hit, respondiendo a la oportunidad que le ha brindado el dirigente Rafael Landestoy.

“No me imaginaba que iba a estar jugando en este momento. Yo esperaba que me dieran cierto chance pero no tan rápido ni por tanto tiempo. Sin embargo, me preparé mentalmente, no hay por qué tener presión ya que este es el mismo juego que tengo algunos años jugando”, agregó el veloz jugador de 23 años de edad.

Un elemento importante para la buena actuación que está teniendo es que se siente en confianza con Landestoy como manager ya que, según sus palabras, “es como si estuviera en familia”.

La temporada pasada en Estados Unidos, en Clase A avanzada, bateó para .292, con tres cuadrangulares, 42 impulsadas, 36 estafas y un porcentaje de embasarse de .333 en 117 encuentros. 

De esa cantidad de partidos, 69 fueron como jardinero izquierdo.

Sobre el aspecto defensivo, Zapata señaló que se siente más cómodo jugando en el center fieldporque tiene mejor brinco y la bola no tiene tanto movimiento.

Por Daniel Rufenacht