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Los años dorados
Cada era tiene sus defectos, ¿pero cuál es la "más pura"?
Por Bill Simmons ESPN The Magazine
Vamos a hacer una columna con una sola pregunta de nuestros lectores esta semana, y esa carta viene de Phil D. en Montclair, N.J.: "¿Cuál fue la era más pura del béisbol, desde la perspectiva de las estadísticas?".
¿En serio, Phil? Eso es como preguntar "¿Cuál de las actrices de una película porno es la más pura de todas?".
Todas las eras del béisbol se han visto manchadas en algún grado. Pero si no hay ninguna era pura quizás podamos encontrar una ventana temporal. Un período de cuatro o cinco años sería suficiente. Incluso hasta dos años. Caramba, si hace falta nos conformamos con un descanso del Juego de Estrellas. Bien, comencemos.
Voy a descartar las siguientes eras por considerarlas impuras, anticuadas o simplemente ridículas.
Los años de 1800: Por favor. No podríamos dejar que esos tipos jueguen ni siquiera en el maizal de Ray Kinsella.
1900-1919: Los lanzadores trabajaban entre 300 y 400 entradas por temporada. Algunos jardines ni siquiera tenían cercas. Se usaba la misma pelota una y otra vez, y para la séptima entrada ya se parecía a la cara de Mickey Rourke. Los equipos bateaban un jonrón cada cinco o seis juegos. Los jardineros dejaban sus guantes en el campo de juego entre cada entrada. Los jugadores de las minorías no podían jugar. ¡Caramba!
1920-1946: Una vez que Babe Ruth dio comienzo a la era de los cuadrangulares, los equipos promediaban más de cinco carreras por juego, y la efectividad de los lanzadores se inflaba hasta alcanzar proporciones Chien-Ming Wangescas. También, el concepto de bullpen no se había desarrollado mucho. Y la Segunda Guerra Mundial se llevó tantos jugadores que los Browns tuvieron que usar a un jardinero que tenía un solo brazo, lo cual provocó unas 45.000 bromas al respecto en aquel verano. Las minorías todavía estaban relegadas. No, gracias.
1947-1959: Jackie Robinson finalmente integró al béisbol, pero éste no se transformó en las Naciones Unidas de la noche a la mañana. La mayoría de los equipos tenía como máximo a uno o dos jugadores de minorías. Los Medias Rojas no tuvieron a su primer jugador negro sino hasta 1959, y su nombre era Pumpsie. Todavía no me lo creo.
1960-1968: Comenzó la era de los lanzadores, y no fue nada bueno. La efectividad en ambas ligas bajó a menos de 3.00 en 1968, el año en que Bob Gibson permitió apenas 38 carreras en 304.2 entradas. El montículo fue reducido en 10 pulgadas en 1969 para generar ofensiva. Es difícil pensar en "pureza" cuando el deporte todavía está reacomodando sus reglas básicas, ¿no les parece?
1969-1976: El deporte comienza a asumir su forma actual: aparecen todo tipo de grupos étnicos y grupos de jugadores ofensivos (veloces, poderosos, y otras variedades); nace la era de los taponeros semimodernos, como Rollie Fingers; aparecen grandes equipos como la Gran Máquina Roja que valoran el OBP tanto como la potencia y la velocidad; y hasta aparecen las primeras súper estrellas que cobran en exceso, como Bobby Bonds y Richie (Dick) Allen.
Pero yo tengo problemas con esta época también. Los managers afectaron torpemente el juego con demasiadas jugadas de pisa y corre, y demasiados robos insensatos. Los bateadores de comienzo de la alineación eran elegidos por su velocidad para correr y no por su capacidad de llegar a una base. Todavía no había especialización en el bullpen, y los números de poder tampoco estaban ahí todavía. Los lanzadores iniciadores lanzaban demasiadas entradas (como el pobre Catfish Hunter). Los taponeros usualmente eran sometidos a una exigencia muy grande al lanzar entre 125 y 150 entradas. Demasiados estadios con césped artificial que recompensaban a los jugadores de extrabases y a los bateadores lentos, y que desgastaban a los jugadores más constantes. No es una era muy pulida para mi gusto, a pesar de que los peinados afros y las patillas eran sublimes.
1977-1987: Todos esos problemas con las relaciones ente pilotos, estadios, bullpen y estilo que se arrastraban desde la vieja era todavía estaban en juego (pero no tanto), pero casi podrían convencerme de que éste fue el período de gloria de no haber sido por la locura de la cocaína que tanto afectó a Hollywood, la música, el arte, el deporte y cualquier otra industria que involucrara a gente con dinero de sobra y narices demasiado abiertas. Yo diría que estábamos operando en una capacidad del 74 por ciento en excelencia creativa y atlética por entonces. Digo, hicieron falta nueve años para que algunos tipos se dieran cuenta de que quizás aspirar cocaína antes de una doble jornada de partidos no era la mejor idea. Uno no debería tener que llegar a robar tantas tiendas para conseguir dinero para drogas antes de darse cuenta de que necesita controlar los excesos un poco.
¿Cuántas carreras se vieron afectadas o comprometidas? ¿Y cómo sabemos que no habían drogas para mejorar el rendimiento por entonces? Los fisicoculturistas, los deportistas olímpicos en Europa del Este y hasta algunos jugadores de la NFL se metían esteroides hasta en la década de 1960. Algunos de nuestros héroes favoritos de películas de acción usaban esteroides a principios de la década de 1980 (los más famosos son Silvester y Arnold). Hasta los luchadores de televisión (ya sé, a mí también me cuesta creerlo) lo consumían. ¿Estamos acaso muy seguros de que esta basura no se metió en el béisbol antes de la era de Canseco?
En la Liga Americana, los cuadrangulares pasaron de 0.58 a 0.89 por juego (y por partido), en 1977, y llegaron a 1.0 en 1986 y 1987. Y no es que no hayan sucedido un par de cosas medio raras. Por ejemplo, Darrell Evans llegó a 20 cuadrangulares solamente una vez entre 1976 y 1984; y luego a sus 38 años de edad conectó 40. ¿Es eso acaso menos extraño que los famosos 50 de Brady Anderson?
Y no olvidemos que cuando la ofensiva pegó un salto tan dramático en 1987 todos llegamos a la misma conclusión: "la pelota está cargada". ¿De qué otro modo podría Wade Boggs conectar 24 vuelacercas? ¿Por qué otra razón el OPS de la Liga Americana lograría llegar a un pico de .759 entre la época de la guerra y la de los esteroides? ¿Es que acaso las bolas cargadas nos distrajeron de aquel feo invierno lleno de conspiraciones entre dueños de equipos? Yo diría que sí. Absolutamente.
Demasiadas cosas raras sucedieron en esta era para mis gustos.
1993-2009: Mejor no lloremos sobre la testosterona derramada.
Eso nos deja un período de cinco años, entre 1988 y 1992, que parece estar en un nivel de pureza digno de los Jonas Brothers. La cocaína se había pasado de moda, y el número de tipos con estadísticas sospechosas (vamos a crear la palabra "esteroidales", por diversión nomás) era un puñado apenas. O peor todavía: ninguno de ellos le había hecho más daño al deporte que los escupidores de bolas y usuarios de bates de corcho de épocas pasadas.
En combinación, ambas ligas promediaban un OPS de .702 OPS, un ERA de 3.79 y 4.19 carreras por juego. Había solamente 15 jugadores que llegaban a los 36 cuadrangulares en las cinco temporadas previas a 1993. Para 1999, creo que todos en las mayores tenían al menos 36, excepto Luis Sojo. Los lanzadores titulares de calidad lanzaban entre 220 y 260 entradas, solamente 24 lanzadores ganaron más de 20 juegos por temporada, y Dennis Eckersley y Bobby Thigpen dieron inicio a la era del taponero de una sola entrada. Quizás las locuras que se sucedían en los senderos entre bases habían disminuido, y quizás ningún equipo le daba mucha importancia al OPS y a la defensa. Pero todo lo demás estaba ahí.
Ciertamente fue una época de temporadas impredecibles. Por buenas razones. Los Dodgers de 1988 fueron los peores campeones en papel que yo haya visto en mi vida.
Básicamente ganaron con Orel Hershiser, un Kirk Gibson con una sola pierna y un par de lanzadores bastante buenos llamados Tim. Sigue siendo algo sorprendente. Los aguerridos Rojos de 1990 sorprendieron a Canseco y a los muy favoritos Atléticos. La Serie Mundial de 1991 está entre las mejores de todos los tiempos, con Kirby Puckett y Jack Morris llevando a los Mellizos a lograr la corona.
Y los playoffs de 1992 tiene a uno de los momentos más recordados de la historia del béisbol: el jugador de Atlanta Francisco Cabrera bateando un sencillo a matar o morir hacia el jardín izquierdo en el excitante juego por el campeonato de la Nacional, Sid Bream arremetiendo alrededor de tercera base con la fuerza de un camión, Barry Bonds en uniforme de los Piratas haciendo un lanzamiento al plato ligeramente fuera de foco, el duro Mike LaValliere bloqueando el plato y casi logrando el out, y el anunciador de CBS Sean McDonough gritando "¡Quieeeeeetooo!". Es fantástico. Es lo mejor. Yo diría que es la última gran época del béisbol, completamente inmaculada e imposible de arruinar con cualquier argumento. Que esa época incluya a un Bonds en estado normal parece ser algo más que apropiado.
Entonces, Phil, ahí tienes mi respuesta: 1988-1992. Y para un simbolismo mayor que la cabeza de Bonds, recuerda esto: el tercer juego de la Serie Mundial de 1989 fue pospuesto por un terremoto que se sintió justo después de la práctica de bateo. ¿Uno de los terremotos más mortíferos de la zona de la bahía interrumpiendo la única Serie Mundial de esa zona en toda la historia? Las chances son imposibles de medir. Por otro lado, ¿podemos acaso imaginar un momento más lógico para que suceda un desastre natural que no sea durante la época más pura en la historia del béisbol? Caso cerrado.
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