martes, 22 de diciembre de 2015
Nada le hace competencia al béisbol Dominicano
El béisbol en Dominicana se respira y se vive al mismo nivel que la bachata y el merengue que sale de los "colmadones" a todas horas del día. Caminando por la Zona Colonial en Santo Domingo escuché discusiones, en unos casos fuertes, sobre el desenlace de la temporada regular.
Una de esas discusiones fue entre dos señores parados en la Calle Duarte, cerca del Paseo del Conde. Uno de ellos, claramente "liceísta", estaba dando un sermón sobre como los "aguiluchos" ya perdieron su "mística". El otro, claramente "aguilucho", defiendiendo a las sotaneras Aguilas Cibaeñas, ripostó: "Por lo menos tenemos mística para perder; ustedes no tienen ni vergüenza para ganar".
Esa noche, en el Estadio Quisqueya, los Tigres del Licey, con un puesto ya asegurado en la postemporada, se enfrentaron a los Gigantes del Cibao. A casa casi llena, desfilaron los grandes ligas Maikel Franco, Marcell Ozuna, Carlos Peguero, entre otros, en un ambiente de pura fiesta, como suelen ser los partidos cuando el Licey juega de local.
Más o menos la misma escena se dio la noche anterior, cuando los Gigantes se enfrentaron a los Tigres en el Estadio Julián Javier en San Francisco de Macorís. Desde temprano en la tarde los fanáticos se reunían en el estacionamiento, algunos de ellos rodeando el impresionante "monster truck" propiedad del lanzador Joel Peralta, solo para saludar a los jugadores, quiénes no titubeaban en salir a hablar con ellos.
Leury García, nativo de San Francisco de Macorís y miembro de los Gigantes por las últimas seis temporadas explicó, desde la perspectiva de los jugadores, lo difícil que es jugar en la Liga Dominicana.
"Uno trata de no escuchar, pero aquí te gritan hasta del mal que vas a morir. Pero eso no le quita a que a uno no le guste jugar acá. Es béisbol con calor", dijo García con una sonrisa. "Yo no creo que yo podría jugar allá [en las mayores] sin jugar acá".
Las palabras de García fueron más o menos las mismas que utilizaron Adalberto Mejía y Maikel Franco para describir el por qué juegan en el invierno.
Esto me puso a pensar sobre las herramientas que podría tener la Confederación del Caribe en la próxima ronda de negociaciones sobre el Acuerdo de Liga Invernales y la fatídica cláusula de "fatiga extrema". Los jugadores podrían ser aliados de la causa.
Traigo todo esto a colación porque la Serie del Caribe regresa a la República Dominica en febrero de 2016 y, al igual que ocurre todos los años, comenzarán los debates sobre el futuro del béisbol invernal en Puerto Rico, República Dominicana, México y Venezuela.
No sería fácil para los otros países copiar el molde dominicano, pero al menos no hay que reinventar la rueda. Algo bien están haciendo en la LiDom y sus seis franquicias. Pero eso es algo que se discutirá a la saciedad en unas semanas.
El béisbol de las Grandes Ligas se juega a gran escala y en estadios que parecen catedrales. En Dominicana, el béisbol es una religión y los estadios siguen siendo los centros de la atención.
La diferencia en escala solo está en el tamaño de los estadios, porque la fanaticada se crece con cada oportunidad de ir al "play".
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