domingo, 21 de agosto de 2016

Brasil cierra unos Juegos imperfectos y memorables


                              

RIO DE JANEIRO. No fueron perfectos, pero sí memorables. Igual que su país anfitrión.

Desde aguas sucias hasta aguas verdes, un caso telenovelesco de robo inventado y el adiós de dos leyendas, los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro dejaron recuerdos para todos los gustos, un legado cuestionable para Brasil y un abanico de lecciones e interrogantes para el próximo anfitrión Tokio.

A continuación lo más destacado al bajar el telón de los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica:

Brasil cumplió... a medias

Las advertencias a los viajeros olímpicos parecían sacadas de un manual de supervivencia: no toque el agua contaminada, cuidado con los mosquitos, ojo con el crimen. Pero más allá de algunos incidentes sin consecuencias graves, la justa fue principalmente una fiesta de 17 días, si bien con bastantes menos visitantes de lo que esperaban los organizadores.

En medio de su peor recesión en décadas, Brasil tuvo que montar el espectáculo con enormes recortes presupuestarios. Aunque no afectaron las pruebas deportivas, se sintieron en la reducción de voluntarios, la ausencia de material promocional en la ciudad y otros detalles de logística. Hasta hubo problemas con el agua de las piscinas de clavados y waterpolo, que súbita e inexplicablemente se tornó verde en medio de las competencias, y muchas sedes estuvieron medio vacías.

“Ha sido difícil”, comentó el vicepresidente del COI, John Coates. “Para ser justos, en parte se debe a la situación económica y política que impera”.

Los organizadores vendieron la idea de que uno de los legados de la justa sería la limpieza de los cuerpos de agua de la ciudad, especialmente la Bahía de Guanabara. Desde hace meses fue evidente que esa meta no se lograría, y los vecinos de Río terminan los Juegos tal como los empezaron: con un deficiente sistema de aguas residuales y rodeados de cloacas.

Al menos cumplieron con la construcción de una extensión del metro que conecta el centro de Río con el suburbio de Barra da Tijuca, donde se ubicó el Parque Olímpico, y con la restauración de una zona portuaria que estaba en el olvido. Después de varios retrasos y sobregiros, la nueva línea fue inaugurada unos pocos días antes del inicio de los Juegos a un costo de 3.000 millones de dólares, 25% más de lo que originalmente se presupuestó.

La cuenta total de los Juegos fue de unos 12.000 millones, entre fondos públicos y privados.

“En Brasil hacemos las cosas a lo latino, lo que a veces enloqueció a algunos miembros del COI”, señaló el alcalde de Río, Eduardo Paes. “Si quieren ser justos con Río, no pueden compararnos con Tokio, Chicago o Madrid. Esas son ciudades con mucha mejor infraestructura, en países desarrollados. Comparen a Río con Río”.
Despedida de tres grandes



Usain Bolt y Michael Phelps. Dos nombres sinónimos de Juegos Olímpicos. Hasta ahora.



El mejor corredor y el más grande nadador de todos los tiempos disputaron sus últimas justas y se despidieron a lo grande. Con su espectáculo de siempre, Bolt logró su tercer triplete en las pruebas de velocidad y se marcha del escenario olímpico con nueve medallas de oro, las mismas que Carl Lewis y Paavo Nurmi.



“Soy el más grande”, proclamó el jamaiquino después de ganar su último oro con el relevo 4x100. Hasta que aparezca otro extraterrestre de su altura, nadie puede disputarle esa afirmación.



Bolt anunció que su retiro de todas las pistas será el próximo año en el mundial de Londres. En el caso de Phelps, se trata de un adiós definitivo.



El nadador estadounidense sumó a su inigualable botín con cinco oros y una plata, para totalizar 23 medallas de oro y 28 totales desde Atenas 2004. Ahora se dedicará a su faceta de padre —su pequeño hijo Boomer fue una de las sensaciones de Río— y a ser un embajador de la natación.



“Sólo quiero verlo crecer”, dijo Phelps. “Es lo más importante”.



Río también fue el último concierto de Manu Ginóbili, el cabecilla de la llamada “Generación Dorada” del básquetbol argentino. Ginóbili colgó las zapatillas junto con Andrés Nocioni, otro de los integrantes del plantel que ganó el oro en los Juegos de 2004 en Atenas, uno de los hitos del deporte latinoamericano.



“Los Juegos Olímpicos son especiales, quería vivirlos de nuevo y lo pude hacer”, comentó Ginóbili.


La saga de Lochte

El nadador Ryan Lochte se encargó de aportar su cuota de tragicomedia al presentar una denuncia por un asalto falso.

Todo comenzó como una noche de borrachera en la Casa de Francia después del final de las pruebas de natación. En su camino de vuelta a la villa olímpica en un taxi, Lochte y otros compañeros del equipo estadounidense se metieron en un lío al romper una puerta y provocar otros desmanes en una estación de gasolina.

Al día siguiente, Lochte contó una historia de un robo a mano armada por parte de ladrones disfrazados de policías. Al ser interrogados por las autoridades, esa versión empezó a desmoronarse por imprecisiones y contradicciones, hasta los nadadores admitieron que en realidad no habían sido asaltados, sino que tuvieron que pagar por los daños que ocasionaron.

Lochte se fue de Brasil antes que una jueza confiscara los pasaportes de dos de sus compañeros, que finalmente tuvieron pagar elevadas multas para regresar a Estados Unidos. Ahora, todos encaran sanciones de parte del comité olímpico estadounidense.

“Ellos le fallaron a nuestros atletas”, dijo el presidente del comité, Scott Blackmun. “Les fallaron a los estadounidenses”.

Rumbo a Tokio

Los Juegos de 2020 serán en la capital de Japón, y desde ya se avisaron algunos problemas por sus costos.

El presupuesto que presentó el comité organizador fue de 350.000 millones de yenes (3.500 millones de dólares), pero esa cifra parece una broma. Tan solo el costo del Estadio Olímpico ya alcanzaba los 1.000 millones, antes de que los organizadores decidieran romper los planes y empezar de cero.

El costo del estadio de todas formas será cerca de 50% más caro que el cálculo original, y la fecha de conclusión de la obra fue fijada para noviembre de 2019.

“No creo que se puedan relajar”, advirtió Coates, el miembro del COI que dirige el equipo inspector. “Hay algunos problemas grandes, incluso para Tokio”.
El medallero



Estados Unidos dominó con autoridad con 46 medallas de oro, exactamente la misma cantidad con la que encabezó los Juegos de 2012 en Londres.



La sorpresa fue el desempeño de Gran Bretaña, que con 27 oros desplazó a China del segundo lugar. Los chinos sumaron 26 preseas doradas, 12 menos que hace cuatro años.



“No estábamos seguros que lograríamos semejante éxito”, señaló Blackmun, el mandamás del olimpismo estadounidense.



Colombia tuvo su mejor actuación olímpica con tres otros, dos más que en cualquier justa anterior: Mariana Pajón repitió el título en BMX, Caterine Ibargüen ganó en el salto triple, y Oscar Figueroa en levantamiento de pesas. Argentina tuvo su mejor actuación desde 1948 con otros tres oros, de la judoca Paula Pareto, el equipo masculino de hockey sobre césped, y la pareja de Santiago Lange y Cecilia Carranza en vela.



Puerto Rico logró su primer oro gracias a la victoria de Mónica Puig en la final de tenis, mientras que México cerró con tres platas y dos bronces, una peor cosecha que en Londres donde consiguió un oro, tres platas y tres bronces.

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