martes, 7 de enero de 2014

Un Salón reservado...a todos; Mucho trabajo para el Comité de Veteranos



JORGE MOREJON...El miércoles serán anunciados los nuevos inquilinos del Salón de la Fama de Cooperstown.

No creo que exista persona cuerda que pueda cuestionar la pertenencia deGreg Maddux al Templo de los Inmortales.

Tan segura se ve su inclusión que ya muchos hablan hasta de un nuevo récord que supere el 98.84 por ciento que consiguió Tom Seaver cuando entró en 1992.

¿Unánime? Sería el primero en lograrlo.

Y como Paul Simon va con Art Garfunkel y Daryl Hall va con Johnny Oates, Maddux está ligado intrínsecamente aTom Glavine, el último ganador de 300 juegos en el béisbol de Grandes Ligas.





Los dos ex lanzadores que brillaron en los 90 con los Bravos de Atlanta junto a John Smoltz (otro que debe pertenecer a Cooperstown el año próximo) son seguras elecciones en esta su primera oportunidad.





Quizás Frank Thomas, otro debutante en las boletas, los acompañe, con grandes posibilidades también para Craig Biggio, quien aparece por segundo año en las papeletas.





Pero poco a poco se van quedando rezagados jugadores que fueron grandes estrellas del béisbol y a quienes por diversas razones se les ha negado la inmortalidad.





En algunos casos por una cuestión de "timing": les tocó competir con contrincantes más formidables en su momento, aunque en sentido inverso, benefició a algunos que no tienen tantos méritos como muchos que aún están fuera.



En otros, porque los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) se pusieron demasiado exquisitos y querían ver reencarnados cada año a los irrepetibles Babe Ruth o Cy Young.





Y sobre todo, por el tema de los esteroides. Esa es la razón por la que muchos jugadores que marcaron una época están fuera del Salón de la Fama y que al parecer, sólo lograrán entrar, si algún día llegaran a hacer, a través del Comité de Veteranos.





Barry Bonds y Roger Clemens establecieron como bateador y lanzador, respectivamente, un dominio supremo sobre una generación completa que vivirá bajo el estigma de las sustancias prohibidas.





Junto a Bonds y Clemens, los nombres de Mark McGwire, Rafael Palmeiro y Sammy Sosa, parece que quedarán como tarea pendiente quizás por varias décadas.





Pero, ¿qué es Cooperstown? ¿Un museo que recoge la historia del béisbol o el Vaticano a cuyos altares han sido elevados en condición de santos seres de supuesta conducta intachable y hasta milagrosa?
Nos guste o no, la época de los esteroides forma parte de la historia del béisbol y de alguna manera, ese museo que es el Salón de la Fama debe recogerla.
Póngasele un asterisco o cualquier otra marca que le haga saber a las futuras generaciones de la mancha negra que tuvieron las Grandes Ligas en cierto período.
Pero creo que tarde o temprano habrá que corregir esto que me parece un error. Ojalá sea más temprano que tarde y el reconocimiento no les llegue a muchos post-mortem.

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