miércoles, 30 de mayo de 2012

El largo camino de Manny Ramírez


ESPN...WEST SACRAMENTO, Calif. -- Los Sacramento River Cats realizaron una de esas sesiones típicas de los equipos de pelota, en las que se multan a los compañeros y se gastan todo tipo de bromas, antes del juego del domingo. Eso explica por qué Manny Ramírez estaba caminando por el clubhouse cargando el regalo que acababan de darle sus jóvenes compañeros: una caja de tinte para el cabello.
Ellos trataban de ser graciosos, no mal intencionados, pero la broma ha podido tomarse en cualquier sentido. Manny cumplió los 40 años el miércoles y se le nota cada minuto de ellos. Sus clinejas son grises. Su bate se ve lento. Sus ojos, que por 19 años fueron fuente de terror para los lanzadores, ahora parecen más indecisos que exigentes.

En estos momentos los números de Manny no significan mucho, pero son bastante claros: 10 juegos en Triple A, cero extrabases. Ocho sencillos y siete ponches en 32 turnos. Un OPS de .564. Los indicadores más importantes, para Manny y los Atléticos, son cosas como reconocimiento de pitcheos, velocidad de manos y su otrora legendaria habilidad para dejar que los lanzamientos viajen lo más al fondo en la zona de strike antes de enviarlos con fuerza al callejón entre el jardín central y el jardín derecho. Hasta el momento, como queda evidenciado por la decisión de los Atléticos de mantener a Manny en Triple A tras su asignación de 10 juegos, no han visto lo suficiente como para creer que puede competir en las Grandes Ligas.
Lo más cercano que ha estado de dar un extrabase fue un elevado a la zona de seguridad la tarde del lunes. La mayor parte del tiempo ha tratado sus turnos como experimentos. El domingo, por ejemplo, llevó a la cuenta máxima en tres de sus cuatro apariciones al plato. Dice que una de sus metas es ver pitcheos. En ese caso, misión cumplida.
Su suspensión ya terminó. Los Atléticos han podido llamarlo para jugar el miércoles en Minnesota, pero decidieron mantenerlo en Sacramento. Ellos dicen que quieren que esté listo para pasar el resto de la temporada en un uniforme de Grandes Ligas y nadie -- ni siquiera Manny -- está listo para garantizar eso.

Puede que todo se vea igual -- la rutina entre pitcheos, la forma de pararse en el plato, el seguimiento a cada lanzamiento hasta que entra en la mascota del cátcher -- pero está claro que quien está bajo control es un pelotero de 40 años. Es casi como ver una imitación de Manny hecha por Manny. Por supuesto, el mundo que ve Manny a través de sus ojos es un mundo completamente distinto. Donde otros ven problemas, él ve progreso. "Estoy emocionado de estar jugando todos los días", dice. "Mientras más juego, mejor me voy a poner. No puedo esperar mucho tan rápido. Tengo que ser paciente, seguir trabajando duro. La única manera de salir adelante es hacer outs, poncharme, trabajar para progresar".
Quizás no es justo esperar mucho de Ramírez. La última parte de su curriculum -- empezando con el final de sus días con los Dodgers en 2010 y terminando con sus pasantías en los Medias Blancas y los Rays -- sugiere que no es muy probable que vuelva a ser un pelotero importante. Sin embargo, somos prisioneros de la nostalgia, y preferimos pensar que el tiempo puede detenerse, o retroceder, una última vez.
A pesar de las pruebas en las que dio positivo, el mal comportamiento y la forma desagradable en la que dejó a los Medias Rojas, hay algo simpático sobre Ramírez. Michael Taylor, su compañero en los River Cats, dice que es el resultado de ser "felizmente ignorante". (A mucha gente le han pagado un buen dinero a lo largo de los años para describir a Ramírez y nadie ha hecho un trabajo mejor que el de Taylor). Manny vive en un Holiday Inn. Bromea con sus compañeros sobre sus propias suspensiones por sustancias prohibidas. Y el domingo su carro alquilado estaba parado en una zona para bomberos afuera del clubhouse.
"Tiene 40, pero por la forma en la que comporta aquí no podrías decir si tiene 40 ó 19", dice Taylor. "Creo que jugará mientras haya alguien dispuesto a darle un uniforme".
Aparentemente tampoco tiene miedo de preguntar la opinión de sus nuevos y, presumiblemente, temporales compañeros.
"El otro día estaba bateando y me preguntó qué debía hacer con sus manos, si se veían bien", dice Taylor. "Eso me dejó loco. Yo pensé, '¿Este tipo me está pidiendo a mí un consejo?'".
El manager de los River Cats, Darren Bush, dijo: "Está allí con el resto de sus compañeros, hace lo que ellos hacen. Si hay que levantarse a las 4 de la mañana para un viaje, ahí está él".

El único momento en el que la sonrisa de Manny se desvanece es cuando le preguntan si el volver del retiro y todo lo que conlleva -- las ligas menores, los insultos de los aficionados, las dudas sobre si todavía puede batear -- fue una decisión difícil. "No", dice. "¿Por qué?".
"Bueno, no sé", le digo. "¿Quizás porque ya una vez lo dejaste todo?".
"Esto es lo que yo hago", dice. "Es lo que hago. Todo el mundo me hace la misma pregunta: ¿Por qué quieres volver? Porque esto es lo que yo hago".
Por un momento, parece que se ha olvidado de las dos suspensiones, el retiro del año pasado y sus problemas para producir en Chicago y Tampa, esas noches que lo llevaron a donde está hoy, parado en el medio de un pasillo de un clubhouse de ligas menores mientras un amigo suyo mueve el carro.
Pero entonces, al responder a otra pregunta, Manny dice: "Tienes que pagar tus deudas".
Al preguntársele si se refiere a sí mismo, dice: "Cuando cometes un error, como yo, tienes que pagar tus deudas. Tienes que pasar por un proceso durante unos pocos meses. Así es cómo son las cosas".
Manny sonríe, se encoge de hombros y se dirige hacia la caja de bateo, donde lo esperan un 'tee' para batear y una cesta de pelotas. La suspensión ya terminó. Los Atléticos han decidido darle un poco más de tiempo. Lentamente, casi de forma imperceptible, Manny dice que él siente que se pone en forma. Tiene que ser paciente, dice. El calendario no lo fija él. Todavía hay deudas que pagar.
Todo va tomando la forma de una lenta despedida.

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