martes, 7 de febrero de 2012

La cuna del estrellato


DAVID VENN...SANTO DOMINGO – Además de los grandes eventos como playoffs/Serie Mundial, Juegos de Estrellas y Series del Caribe, una de las asignaciones que más satisfacción me dan es la de cubrir el accionar de los jóvenes y los prospectos, sobre todo en el contexto latinoamericano.
De visita en la República Dominicana para la Serie del Caribe, me tocó pasar un día inolvidable en el complejo de los Mets de Nueva York, en ocasión del showcase (una especie de demostración de habilidades) de la Dominican Prospect League ante los escuchas de casi todos los equipos de Grandes Ligas. Es bien interesante ver de cerca cómo estos muchachos tan jóvenes, de 15 a 18 años de edad más o menos,  responden ante una situación que puede significar la oportunidad de transformar sus vidas de una manera dramática. Es mucho peso para un muchacho…y eso es lo que son, puros muchachos.
La liga de prospectos parece haber ganado un buen impulso en R.D., con la lógica de poner a los peloteros de más talento a exhibir sus condiciones no sólo pruebas ante escuchas, sino también en situaciones de juego. Vi de cerca la organización de la liga y la presencia masiva de los scouts de la Gran Carpa. Ahí comprobé que es la DPL es una entidad que todo el mundo toma en serio y que debe de crecer en el futuro.
Pero más allá de eso, respiré el ambiente de la juventud beisbolera, lo que se vive antes de la fama y el gran dinero. Los prospectos latinoamericanos—firmados o no—en su mayoría son bien tímidos, pero una vez superada esa parte, te hablan con una sinceridad que después se les va quitando al subir en los circuitos minoritarios y sobre todo al llegar a Grandes Ligas. Se sabe que la gran mayoría de los muchachos con los que te topas a este nivel no va a llegar tan lejos—es cuestión de matemática y porcentajes.
Algunos sí se convertirán en ligamayoristas y hasta estrellas de la Gran Carpa, y eso es lo interesante de este tipo de eventos. Nunca sabes quién va a ser el próximo Albert Pujols, el próximo David Ortiz o el próximo Pedro Martínez. Y siempre es curioso ver cómo cambian su personalidad con el paso del tiempo. Claro, todos cambiamos, sobre todo de los 16 años a los 23, 24. Pasamos de ser niños a ser adultos. Mientras unos se convierten en el estereotipo del atleta frío y hasta hostil con la prensa, otros mantienen las mismas cualidades positivas que hacen de una superestrella un ser humano tratable también. No es que actúen igual a cuando tenían 17 años—las exigencias de su estatus jamás lo permiten—sino que siguen siendo personas conscientes del punto de vista del otro, no sólo el de ellos.
Ver a Albert Pujols conectar tres jonrones en un juego de Serie Mundial y a Nelson Cruz poner récords de cuadrangulares en postemporada es algo grande que no cambiaría por nada. Pero estar presente en la cuna del estrellato, como fue el caso (posiblemente) en el complejo de los Mets y la liga de prospectos, no tiene precio.

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