FE..NUEVA YORK -- El cierre laboral es cosa del pasado, los campos de entrenamiento terminaron y Chris Paul finalmente cambió de equipo.
Ahora llegó el momento de jugar partidos que cuentan para algo. La NBA
tratará de pasar la página de sus problemáticas vacaciones cuando inicie
el domingo la temporada 2011-12 con cinco partidos de campanillas.
Los jugadores, entrenadores y dirigentes esperan que la atención ahora
se fije en la cancha y que los fanáticos olviden la disputa laboral que
provocó que la campaña fuera abreviada a 66 partidos por equipo.
Los Celtics y Knicks ponen en marcha la cartelera del domingo y luego
habrá una reedición de la última final cuando Miami visite a Dallas,
seguida por el partido entre los Bulls y los Lakers.
Orlando visita a Oklahoma City y Paul debuta oficialmente con los
Clippers ante el local Golden State para coronar la primera jornada de
la temporada.
"El cierre patronal fue agitado para todos", dijo Michael Beasley,
de los Timberwolves. "¡Estábamos aburridos! Ahora sentimos que tenemos
un propósito en la vida, podemos hacer lo que mejor hacemos".
Es hora de que el base Derek Fisher aparezca en la televisión en el uniforme dorado de los Lakers y no en el traje formal de dirigente sindical.
Es hora de que LeBron James y Dwyane Wade
den conferencias de prensa para hablar sobre el partido que recién
terminó y no que el comisionado David Stern y su vice Adam Silver hablen
sobre una nueva reunión de negociación.
Es hora de que Dirk Nowitzki y los Dallas Mavericks
defiendan su título en la cancha y no que el abogado Jeffrey Kessler
defienda la decisión de los jugadores de desintegrar su sindicato y
acudir a la justicia.
"Ya ni quiero hablar del cierre, hombre", dijo el alero del Oklahoma City Thunder Kevin Durant.
"Fue tan exasperante vivir eso y todo lo que pasó: que nos reuníamos y
no nos reuníamos y no alcanzábamos un acuerdo y los simpatizantes se
enojaban con nosotros".
"Fue difícil", agregó. "Pero me alegró que lo hayamos superado".
Por unos días, pareció que el dramatismo iba a seguir aún después de la
resolución del conflicto laboral, cuando Paul empezó a buscar la salida
en Nueva Orleáns y Dwight Howard hizo lo propio en Orlando.
Howard aflojó su exigencia, pero aún no se sabe si su futuro está con el Magic.
Los Lakers creyeron que tenían a Paul en su plantel pero la NBA, dueña
de los Hornets, vetó la transferencia, lo que generó otra crisis. Los
Clippers aprovecharon y por fin lograron quitarle algo de protagonismo a
Kobe Bryant y sus compañeros.
En términos prácticos, los simpatizantes de los Clippers no han aspirado
a nada durante unas tres décadas, pero ahora esperan un equipo
competitivo y jugadas electrizantes cuando el alero volador Blake Griffin remate los pases aéreos de su nuevo base estelar "CP3".
"Eso tiene que motivar a Kobe", especuló la leyenda de los Lakers Magic
Johnson. "Eso debería motivar a (Pau) Gasol y (Andrew) Bynum y a los
demás y a Derek Fisher, para que digan: 'De ninguna manera voy a dejar
que ellos tomen Los Angeles'".
Los equipos angelinos jugaron dos partidos de pretemporada y la
rivalidad adquirió nuevas temperaturas máximas. Bryant se lesionó una
muñeca por una falta severa en el primer encuentro y Matt Barnes derribó a Griffin de un empujón en el segundo.
El intercambio vetado por la NBA también generó asperezas en el plantel
de los Rockets de Houston, que habían aceptado deshacerse del argentino Luis Scola y Kevin Martin para quedarse con el español Gasol pero al final debieron seguir con ellos, en una incómoda situación.
El joven plantel del Thunder, mientras tanto, se entrenaba con
intensidad en busca de ser el contendiente que nadie espera. El Heat
recibió menos atención luego que arrancó la temporada pasada con un
festejo digno de un campeonato y terminó perdiendo la final.
"Es bueno que otros muchachos en la liga reciban la atención", dijo
Wade. "Creo que tuvieron suficiente de nosotros el año pasado".
Los fanáticos, por su parte, están hambrientos de básquetbol.
Abarrotaron el partido de los Clippers contra los Lakers y 15.000
personas fueron a ver a los Timberwolves con los Bucks. Otros 2.500
volvieron para ver practicar al base español Ricky Rubio, la nueva sensación de Minnesota.